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literatura

La poesía, la vida

  • José Manuel Velázquez publica 'Concierto para cuerdos', el poemario que le valió el Premio Universidad de Sevilla

El escritor José Manuel Velázquez, fotografiado en una reciente visita a Sevilla.

El escritor José Manuel Velázquez, fotografiado en una reciente visita a Sevilla. / juan carlos muñoz

El poeta José Manuel Velázquez (Sevilla, 1973) no pertenece a esa clase de autores que se acomodan a un registro y ahondan en él a lo largo de su carrera. En Cara lírica, su primer libro, y en Concierto para cuerdos, la obra con la que ganó el Premio de Poesía de la Universidad de Sevilla y que la institución ha publicado recientemente, el escritor se muestra juguetón y melancólico, tan amante del clasicismo como lleno de desparpajo, capaz de inspirarse en Cenicienta o dedicar una burlona y escatológica Oda al pedo como de expresar su dolor por el paso del tiempo y sus estragos. "En mi primer libro ya tenía claras estas polifonías, por llamarlas de algún modo. Para mí, uno puede tener un estilo, pero es importante que este estilo se bifurque en varios tonos. En mí hay varias voces con las que me expreso de diferente manera".

Esa diversidad de intereses que cobija Velázquez quizás se deba a un motivo: las firmes conexiones que su obra tiene con la vida. "Un día me levanto de una forma, otro día de otra, y me voy enfrentando a la vida, y a la escritura, de distinto modo. Pero esa diversidad es lo que soy", dice este sevillano que se nutre de la experiencia cotidiana para sus versos. "Yo no puedo escribir de nada que no haya vivido. Con haberlo vivido también quiero decir haberlo imaginado. Mi rutina es muy familiar, muy austera. Vivo en un pueblo pequeñísimo de la Francia profunda, y para mí es fundamental el contacto con las personas que me rodean. Hablo de eso, y de mis propias frustraciones, de mis deseos. En la poesía tiene que latir algo para que emocione, y para emocionar tiene que haber vida".

En Francia, Velázquez pasa sus días como lector en una universidad, "como Cernuda y Salinas, algo de lo que estoy orgulloso". Cuarteto para cuerdos está dedicado al padre del escritor, José Velázquez; a Federico Serralta, "una isla de la poesía en lengua española" en el país galo, un autor del que aprendió "la coherencia"; y a su amigo y maestro el desaparecido Fernando Ortiz. A los tres los recuerda en la dedicatoria por la vida y "el arte", otro de los ejes sobre los que gira la obra del escritor. "Poesía puede haber en todo. Se escribe con palabras, pero la encuentras también cuando ves el Laocoonte o una obra que te transmite emociones", apunta el poeta, que entre sus proyectos prepara un libro de sextinas "inspiradas en una serie de cuadros".

En Concierto para cuerdos, Velázquez alude en algún poema a la "métrica implacable", un reflejo de la importancia que da el creador a los versos bien medidos. "Yo he sido criado por los autores clásicos. Quevedo, Lope, Góngora, pero también Blas de Otero y José Hierro. La poesía precisa un ritmo, y el ritmo se sostiene en la métrica. ¿Por qué escribir una sextina o una lira? Esos formatos son una especie de moldes que me ayudan a volcar una emoción", explica.

Velázquez conoció a Fernando Ortiz cuando éste le escribió para contarle que había leído con interés Cara lírica. "Poco tiempo después, sabiendo que no le iba a convencer, le mandé un soneto que tenía y él me respondió con otro, y yo le contesté y él también lo hizo. Nos acabamos cruzando cuatro sonetos en un día: fue un ejercicio de concentración atroz, pero muy enriquecedor. Me puso al límite. Nos hicimos muy amigos: él me mandaba libros sin descanso, yo lo visitaba cuando venía a Sevilla". Esos poemas, o esas cartas, dieron pie a una publicación en Italia que se llamaba Epistolario en verso (2012-2013) entre José Manuel Velázquez y Fernando Ortiz. "Él se empeñó en que yo saliera primero en el título, y yo le decía: Claro, el burro delante", recuerda divertido. De la poesía sevillana "de las últimas décadas", Velázquez se queda con Ortiz, "que es un sutil relámpago, muy fino, y con Javier Salvago, que es el trueno. En estos dos poetas puedo entender lo que se ha hecho un poco antes y lo que se ha hecho un poco después".

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