María Dueñas. Novelista y profesora de Filología inglesa

"No quería hacer una novela sobre la guerra, que es el escenario y la excusa"

  • 'El tiempo entre costuras' se ha convertido en una de las revelaciones literarias de la temporada · Es la historia de una Mariana Pineda a su pesar que se mete en la boca del lobo de la Guerra Civil

Con su primera novela, El tiempo entre costuras (Temas de Hoy), lleva vendidos 150.000 ejemplares. María Dueñas (Puertollano, 1964) hace una historia de espías y fronteras, una costurera atrapada entre ingleses y alemanes. Comparte hotel con el equipo del Albacete. Su tío, Teófilo Dueñas, jugó en el Barcelona y el Granada.

-¿Cómo surgió la historia?

-En mi casa crecí oyendo hablar de Tetuán, donde fue a trabajar mi abuelo paterno, cordobés amigo de Matías Prats, y donde nació mi madre. Marruecos está ahí al lado y es el gran desconocido.

-El primer Gobierno de Franco, el de Burgos, tiene dos ministros que propician sendas novelas: Rafael Sánchez Mazas ('Soldados de Salamina') y Juan Luis Beigveder, clave en la suya...

-Sólo estuvo catorce meses. Le cortó la cabeza Serrano Súñer.

-¿Qué le ha dado Rosalinda Fox, la inglesa que leía a Kipling y a Evelyn Waugh?

-A raíz de la novela, recibí una carta cariñosísima de una sobrina suya. También me escribió una señora alemana de 92 años que descubrió por mi libro que su padre había sido un nazi.

-No es corriente una novela con bibliografía...

-Como vengo del mundo académico, estoy acostumbrada a trabajar así. Tengo mala memoria, necesito el respaldo de los datos.

-En esa bibliografía aparecen las memorias de Carmen Díez de Rivera. ¿Qué relación tiene?

-Es la hija secreta de Serrano Súñer con la marquesa de Yanzol, una señora elegantísima, musa de Balenciaga, que estaba casada con un militar. Serrano la llevaba a los toros en su descapotable. Carmen Polo, hermana de su mujer, pensaba que eso era una vergüenza para la familia. Fue la puntilla para que Franco se lo quitara de enmedio. Estaba harto de él porque además Alemania, la gran apuesta de su cuñado, no iba a ganar la guerra.

-¿Franco estudiaba árabe?

-Lo leí en un libro biográfico sobre Beigbeder.

-Franco viene de África a la Península y usted hace el viaje a la inversa con su costurera...

-Yo no quería hacer una novela sobre la Guerra Civil. No por asepsia política. La guerra es sólo escenario, excusa y bastidor. Me vino muy bien el Estrecho para mantener cierto distanciamiento.

-¿Le molestó que saliera casi al mismo tiempo la novela de Muñoz Molina sobre la Guerra Civil?

-Lo que me ha fastidiado Muñoz Molina es mi próxima novela. Voy a tener que suprimir cosas de la educación en la República que cuenta en La noche de los tiempos.

-¿De qué va su segunda novela?

-Es un homenaje a los hispanistas americanos. A la cara oculta de las relaciones con Estados Unidos. Le doy un papel a Sender.

-Madrid, Marruecos, Portugal. ¿Le gustan las fronteras?

-En mi visión de este oficio nuevo que me he buscado, creo que una escribe para ir más allá de nuestra realidad. No me interesa contar nada intimista ni soltar rollos mentales. La frontera es un símbolo para traspasar límites.

-Sara Quiroga, su costurera, no sale de ningún libro de historia.

-Ella es ficción pura. Yo quería que fuera más pasiva, que fuera la luz que contara la historia, pero fue creciendo a base de golpes. Más que una heroína es una superviviente.

-¿De dónde sale Candelaria, la dueña de la pensión de Tetuán?

-De un libro malísimo del tío de Julio Iglesias, el hermano de Papuchi, que me recomendó Miguel Sáenz, traductor de Bertolt Brecht y otros autores alemanes. El tío del cantante combatió con los nacionales. Estuvo en Tetuán y se quedó en una pensión regentada por una señora que se dedicaba a los trapicheos. Un día el inspector de policía de Tetuán, que era el padre de Miguel Sáenz, sorprendió en la cama a la dueña de la pensión y al hermano de Papuchi. Lo cuenta él en las memorias.

-Viene de promoción a Sevilla. Ya estuvo Matilde Asensi con 'Venganza en Sevilla'.

-Debe ser complicado ambientar una novela en una ciudad tan fascinante. Leí la que hizo Arturo Pérez-Reverte, La piel del tambor. Le daba clases de inglés a unos militares en una base de Los Alcázares, en Murcia, y cuando se iban de maniobras aprovechaba para leer la novela en el aseo.

-Usted rompe moldes, como Sira Quiroga, y se enamora de su profesor de Latín...

-Fue al revés. Después se unieron nuestras vidas tras un largo viaje de Michigan a Cartagena.

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