Cómics

Las raíces de la bestia

EL INCREÍBLE HULK: MUERTE Y DESTINO. Roger Stern, Sal Buscema, etc. Panini. 792 páginas. 49,95 euros.

Y a esos mismos aficionados, les recomiendo encarecidamente El increíble Hulk: Muerte y destino, número 67 de la colección Marvel Héroes. Se trata de otro rescate de materiales de la misma época que los de The Hulk! El color del odio, en este caso de los episodios del cómic book mensual, tan maltratados editorialmente por estos lares. Van aquí los números 223 a 255 de The Incredible Hulk (mayo de 1978-enero de 1981), más los Annuals 7, 8 y 9 y el número 230 de Captain America. Se trata de la etapa completa del guionista Roger Stern, posterior a la de Len Wein y previa a la de Bill Mantlo. Stern es uno de esos guionistas sólidos y eficientes capaces de reconectar a los personajes con su esencia y devolver a los lectores tradicionales la esperanza en el género. A lo largo de su dilatada carrera, Stern ha firmado temporadas memorables en Amazing Spider-Man, The Avengers o Dr. Strange, por citar solo tres de las más brillantes y, aunque aquí no alcance el nivel de aquellas (recordemos que se hallaba al comienzo de su carrera), su trabajo con Hulk merece cuando menos el calificativo de notable. El escritor indagó en los principios que definen al personaje, trató de comprender los motivos que subyacen al comportamiento de la bestia, y sentó (sin saberlo) las bases del desarrollo futuro de la serie.

A su lado tuvo siempre a Sal Buscema, primero matizado por distintos entintadores como Josef Rubinstein, Klaus Janson o Bob McLeod, y luego como dibujante total, aplicándose él mismo las tintas. Este cambio de registro en Buscema acabó imprimiendo una cualidad inédita a la serie, más soltura y personalidad. Stern desechó pronto la gastada fórmula del monstruo vs. ejército, trajo a la serie personajes cósmicos como el Capitán Marvel, Estela Plateada o el Jardinero, y recuperó a Jarella para una historieta inolvidable. En sus últimos episodios, el tándem Stern-Buscema funcionaba ya a la perfección, y la química creativa no hizo sino aumentar cuando Mantlo sustituyó a Stern. Pero esa es otra historia.

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