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Crítica 'Antonio Vega. Tu voz entre otras mil'

El sitio de su recreo

Antonio Vega. Tu voz entre otras mil. Documental, España, 2014. 125 min. Dirección: Paloma Concejero. Fotografía: Juan Carlos Concejero. Música: Antonio Vega. Con: Antonio Vega, Carlos Vega, Nacho Béjar.

No anda sobrado el cancionero pop español de compositores y letristas como Antonio Vega, líder de aquellos Nacha Pop de la movida y la Transición, autor triste y solitario atravesado por la mitología del malditismo y la autodestrucción, en una carrera guadianesca de la que tuvimos buenas noticias, un puñado de discos desiguales aunque siempre con alguna que otra canción memorable, pero, sobre todo, malos augurios, alarmas de enfermedad, reenganche o tragedia inminente.

El tiempo y la muerte anunciada y temprana han hecho de Vega un icono romántico del lado oscuro del rock'n'roll patrio, lo ha convertido en una figura trágica en la que el talento y la extrema sensibilidad se equilibraban con las miserias, las visitas a los bajos fondos, la noche eterna y el caballo maldito.

Un documental sobre su figura corría por tanto el peligro de la hagiografía de cliché, del retrato morboso y sentimental, en el subrayado de lo ya sabido de esa poderosa imagen del ángel caído, del alma atormentada y pura, del chico bien y consentido atravesado por la melancolía y la llamada cósmica de las estrellas.

Hay algo de todo ello, desde luego, en este trabajo de Paloma Concejero, aunque por fortuna Tu voz entre otras mil sale casi siempre bien parado de su paso por la cuerda floja, por el filo de la navaja del relato complaciente o estereotipado de alguien que, en el fondo, fue único e inimitable hasta en su propio pozo en unos tiempos en los que España no sabía aún qué quería ser y nuestros artistas se dejaron llevar demasiado pronto por la renuncia y la asimilación.

Lo mejor de este emotivo documental biográfico reside precisamente en su voluntad de enfriar un poco las emociones fáciles, el tono sentimental y nostálgico por la pérdida del personaje-mito, las circunstancias más sórdidas y trágicas de una vida que se fue agotando mucho más lentamente de lo que las crónicas nos acostumbran a contar.

Son material precioso esas imágenes de Super 8 familiares de tiempos felices, que junto a los documentos de archivo visual y sonoro (en el que podemos escuchar a un Vega ya muy cascado confesándose a tumba abierta a la grabadora de su biógrafo Bosco Ussía), los testimonios de la madre, algunos amigos y compañeros de banda y carretera, conforman el grueso de un trabajo de más de dos horas que se nos pasa volando, acompasado por unas hermosas canciones (de la mítica Chica de ayer a El sitio de mi recreo o Se dejaba llevar) que vemos crecer y mejorarse con el tiempo, al son de una voz que va perdiendo cuerpo hasta quedarse en los huesos, la voz de uno de esos contados grandes que da de cuando en cuando el pop y de la que algunos tuvimos la suerte de ser contemporáneos.

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