Su nombre está ligado a una de las formaciones más frescas y rompedoras de los 90, Amparanoia, esa feliz "fusión indiscriminada de muchos estilos: de reggae, salsa, bolero, funky, ska, rock, punk", y, pese al éxito del grupo, llegó un día en que Amparo Sánchez decidió aparcar el proyecto y caminar sola por "pura necesidad creativa". Tan grande el salto como las ganas de "seguir creciendo". "No quería explorar tantos estilos sino definir el mío propio, en el que hay un sonido más fronterizo a nivel de instrumentación pero con composiciones con guiños a la música latinoamericana", explica la intérprete granadina. Un estilo que nace en los márgenes, en esa fértil confluencia de "músicas que tocan el corazón", y que ha trasladado a su nuevo disco en solitario, Alma de cantaora, que presenta hoy en la Fnac de Sevilla a las 19:00 y a las 22:00 en la Sala Malandar.

Aunque "también es un tributo a los cantaores flamencos que me han influido", de Camarón a Morente, de Carmen Linares a Bernarda, el título del álbum remite, cuenta, a "un concepto más global: cantaores y cantaoras hay por todo el mundo, independientemente de que graben discos o hagan conciertos. Cantaor es todo aquel que siente la necesidad de expresarse a través de la voz y ama la música". De hecho el disco, "que nace con un concepto muy acústico" y con letras que subrayan su compromiso -"sólo puedo cantar cosas que siento, que sirvan de consuelo, de reflexión a los demás, sentimientos de todo aquello que sentimos en estos momentos"-, se abre con la Abuela Margarita, "una cantaora a la que le gusta cantar sus oraciones, su modo de ver la vida" en un trabajo preñado de colaboraciones amigas: DePedro, Bebe, Arianna Puello, Mane Ferret o Muerdo.