artes escénicas Más de 30 espectáculos ocuparán los teatros y calles de la localidad hasta mañana

El teatro sevillano se hizo con el arranque de Palma del Río

  • La muestra cordobesa pierde esta edición más de la mitad de su presupuesto · El consejero de Cultura promete su apoyo para el trigésimo aniversario, el año próximo

No se escuchó mucho hablar de la crisis económica, ni siquiera de la prima de riesgo, que castiga nuestro país en el primer día de la Feria del Teatro en el Sur. El recorte en el presupuesto de la muestra sufrido este año era para que te dejen sin habla. De 300.000 a 110.000 euros. Pero será que las gentes de las artes escénicas de Andalucía viven instaladas en una permanente lucha por mantener viva su creatividad y hacérsela llegar al público que estos ajustes se han vuelto a asumir como un mal necesario y las 25 compañías, más de 30 espectáculos, que ocuparán los teatros y calles de Palma del Río se preparaban ufanas para volver a convertir la localidad cordobesa en el espejo del teatro andaluz.

El plato fuerte vino con el dramaturgo Alfonso Zurro, que puso en escena su versión libre de El Buscón de Quevedo de la mano de la compañía Teatro Clásico de Sevilla. Zurro se ha arropado de un importante elenco de entre los mejores actores de nuestra tierra, Manuel Monteagudo, Manuel Rodríguez, Antonio Campos, Mari Paz Sayago y Paqui Montoya. Pero de entre todos ellos resalta el joven Pablo Gómez-Pando, en el papel protagonista, que realiza un trabajo agotador permaneciendo en escena prácticamente la hora y 45 minutos que dura la obra.

Pronto tendremos la oportunidad de ver la obra en las capitales de provincia pero podemos adelantar que será una de las apuestas fuertes de la siguiente temporada. Zurro consigue establecer un paralelismo entre la picaresca de El Buscón de Quevedo con las corrupciones y robos de nuestros días. Estén muy atentos a la escena final que es una de las críticas más feroces que se ha hecho desde el teatro sobre la situación actual.

La tarde había empezado con el estreno de la comedia Llorar por llorar, a cargo de la, ahora, televisiva Cristina Medina (La que se avecina) que hizo reír al público pero que basaba todo el peso de la función en su excelente preparación y versatilidad y la química que provoca en escena con su compañero, Joan Estrader, pero que, sin embargo, carecía por completo de guión. La calle fue tomada por los sevillanos de Varuma Teatro, que interactúan con el espectador en una pieza llamada Eón órbita inspirada en la obra escultórica de Richard Serra La matería del tiempo. La también sevillana compañía A la sombrita puso en escena Cuentos de pocas luces, que como su nombre indica es un teatro de sombras realizado sobre una de las fachadas del Teatro Coliseum de Palma del Río.

Eran ya más de la una de la madrugada cuando los flamencos Marco Vargas y Chloé Brûlé salían a escena con su Colección privada, una selección de su especial estilo. Era ya muy tarde y en las caras se notaba el cansancio de una generación de teatreros que ha crecido con este certamen y que se acerca a la cincuentena. Aún así se sacaron fuerzas para aplaudir de pie la personalísima puesta en escena de esta pareja formada por un andaluz y una canadiense.

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