Crítica de Música

Quién le teme al siglo XX

Fuera de su ámbito natural del Auditorio de Ingenieros, la Orquesta Joven de Universidad y Conservatorio ofreció un concierto de música del siglo XX con la batuta de Wolfgang Kurz, un maestro alemán que dirigió al conjunto con aseada pulcritud, sin especiales sobresaltos, más allá de algunos provocados por la disposición de toda la orquesta al mismo nivel, sin tarimas para los vientos, lo que perjudicó seriamente el equilibrio entre familias. Por ejemplo, cuando el más famoso tema de la Pastoral de Honegger hace su aparición en el clarinete, su voz sonó apagada, opaca, como viniendo de lejísimos. Ese problema estuvo tan presente en la obra de Honegger como en el Concierto de Castelnuovo-Tedesco, aunque ahí la atención se fijó más en el japonés Suganuma, alumno de Francisco Bernier en el Superior de Sevilla, que hizo una lectura suficientemente contrastada y bien fraseada de una obra de netos perfiles neoclásicos.

Con reconocibles ritmos populares de ascendencia hispánica (tango, habanera) en una obra original del propio director se abrió la segunda parte, que conoció el punto álgido de la cita, los ya muchas veces oídos pero siempre interesantes Cuadros de Murillo de Manuel Castillo, obra en la que Kurz supo encontrar ricas gradaciones de intensidades y dinámicas y manejar con claridad a las distintas secciones de la cuerda. Algo tímido resultó el tratamiento del rubato y de los contrastes dinámicos en el Bartók folclórico de cierre.

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