Crítica de Teatro

El tiempo no pasa en balde

'Dirty Dancing' lleva a la escena en Fibes una película icónica de los 80.

'Dirty Dancing' lleva a la escena en Fibes una película icónica de los 80. / Antonio Pizarro

La fiebre por los musicales está empezando a causar estragos y esta versión de una película de los años ochenta convertida en un musical sin apenas canciones es una prueba de ello. Se buscan ideas siguiendo la línea que Hollywood hace reeditando remakes de éxitos de otras épocas. Dirty Dancing no fue nunca un musical al uso. Evidentemente la banda sonora era importante porque su fuerte era el descubrimiento de unos bailes que a los blancos de Estados Unidos les suponía una especie de liberación y venía bien para esta historia de adolescente pija con ganas de cambiar el mundo y que descubre, gracias a los movimientos de cadera, que la vida es otra cosa.

La productora Letsgo realiza un importante derroche en la puesta en escena donde la tramoya teatral adopta tanta importancia que, prácticamente, supera a la historia a la que debe ayudar a contar. La película es trasladada al teatro tan fielmente que se llega a recrear la escena del baño en el lago con gran regocijo para los seguidores del film ochentero, el personaje de Baby lleva el horrible estilo de pelo que tenía en el film y, sólo a Johnny se le permite separarse de Patrick Swayze al dejarlo lucir su pelo negro, para que parezca más latino, suponemos. Se podría decir que la producción es impecable y que la pareja de cantantes son espectaculares pero que, desgraciadamente, casi treinta años después, con todo lo que ha llovido, la historia se queda ñoña hasta la náusea excepto que se vaya buscando exclusivamente a fans de la cinta o a adolescentes vírgenes que sueñan con ser elevadas por los aires en una metáfora sobre el descubrimiento de uno mismo.

Dirty Dancing sólo se deja ver, las interpretaciones son acartonadas, con voces en falsete que se entenderían en un musical de verdad pero no en esta versión, rica en decorados, pero pobre en su planteamiento. Eso sí, el público aplaudió la exhibición de un hermoso culo masculino.

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