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Contra la tiranía de lo real

  • Javier Vela, hasta ahora reconocido como poeta, presenta en Sevilla su primera obra narrativa, el libro de microrrelatos 'Pequeñas sediciones'

Javier Vela, la tarde de ayer en la Biblioteca Pública Infanta Elena, donde presentó el libro.

Javier Vela, la tarde de ayer en la Biblioteca Pública Infanta Elena, donde presentó el libro. / víctor rodríguez

Llevaba mucho tiempo Javier Vela pensando en "esa sensación de fracaso que a veces cunde en nosotros cuando nos quedamos a las puertas de algo en lo que hemos depositado nuestras expectativas de cambio". "Por ejemplo, mi generación [él nació en 1981] sigue aún impaciente por asistir a la consumación de una serie de procesos sociales que cristalizaron en el 15-M, y de los que es parte activa, pero que no parecen dejar de postergarse", dice sobre la inquietud que activó la escritura de Pequeñas sediciones, el libro de microrrelatos que acaba de publicar en la editorial Menoscuarto y que presentó ayer en la Biblioteca Pública Infanta Elena, dentro del ciclo Letras Capitales y acompañado por Fran G. Matute.

El libro es la primera obra de narrativa de un autor que se dio a conocer muy precozmente como poeta y no tardó en consolidarse: con sólo 22 años, ganó en 2003 el Premio Adonais, uno de los más prestigiosos del país, por La hora del crepúsculo; más tarde, en 2009, se hizo con el Loewe Joven por Imaginario. Le siguieron luego Tiempo adentro, Ofelia y otras lunas, Hotel Origen y Fábulas, publicado este mismo año. "Pero no ha sido un salto a la narrativa, sino más bien un regreso -matiza el autor, madrileño de nacimiento pero criado y crecido en Cádiz, donde dirige la Fundación Carlos Edmundo de Ory-. Mis primeros relatos aparecieron en revistas y libros colectivos hace más de diez años, aunque hasta ahora la expresividad lírica que me es propia no me había permitido ahondar en las posibilidades de la narrativa. Por lo que atañe a este libro, quizá el mayor espacio de libertad que he encontrado en la ficción breve radique en el uso del humor y lo absurdo como herramientas de distanciamiento crítico".

Se trata de cerrar el libro y volver al mundo con ojos nuevos. Toda lectura crítica implica una actitud transgresora"

Pequeñas sediciones, un compendio de 58 piezas pobladas en gran parte por seres "de carácter rebelde pese a que, en última instancia, siempre acaben por quedarse a medio camino", viene a suponer la rebelión íntima de Vela frente al "desencanto reptante" que se ha impuesto en la última década, convencido como está el autor de que, tal vez por esa misma sensación de derrota colectiva, la literatura puede ser hoy "más importante que nunca". "La ficción nos anima a rebelarnos contra la tiranía de lo real, pero no porque nos evada de lo que nos rodea, sino porque nos hace interpretarlo y someterlo a juicio con antelación. Se trata de que cuando uno cierre el libro vuelva al mundo con ojos nuevos. Toda lectura crítica lleva implícita una actitud transgresora", dice. En su caso, asuntos como "la vuelta al origen, la educación, la política, el terrorismo, el acoso escolar, la familia, el amor o las imposturas sociales" son abordados desde una perspectiva ácida y "desenfadada", dice, para así "desdramatizar determinadas parcelas de nuestra historia reciente".

En el microrrelato encuentra el autor "ese trasvase de fondo y forma que se produce entre el cuento y el poema en prosa", y justamente gracias a esa cualidad fronteriza, dice, se siente cómodo en un género que a veces resulta más fácil de definir por lo que no es: ni poema, ni aforismo, ni ocurrencia. "Aunque a veces -apunta- pueda ser todas esas cosas a la vez". Tal como él los concibe, "los microrrelatos deben ser todo hueso" y ofrecer a la vez "la misma capacidad de intensidad, concisión y síntesis que caracterizan a la poesía", dice Vela, que reconoce como fuentes de inspiración las voces de Borges, Julio Torri, Cortázar, Monterroso o Virgilio Piñera y, en otras lenguas, las de Kafka, Calvino o Jacques Sternberg.

Vela tiene terminada ya una novela, por lo que parece que sus incursiones narrativas no van a agotarse con estas Pequeñas sediciones. Pero quién sabe, dice, en qué clase de escritor se irá convirtiendo: "Por el momento, me basta con seguir descubriendo el mundo que me rodea a través de la literatura. La poesía seguirá estando presente en mi día a día como forma de autoconocimiento, desde luego, pero prefiero no hacer cábalas al respecto. La poesía no es una ciencia exacta ni especulativa, como ocurre con la filosofía. El filósofo duerme en la ignorancia y despierta en la sabiduría. El poeta es un sonámbulo".

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