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Crítica de Música

Una trama de afectos

La tempestadHHHHH

XIV Festival de Música Española de Cádiz. La Tempestad:María Eugenia Boix, soprano; Pablo Prieto, violín; Guillermo Peñalver, flauta; Guillermo Turina, violonchelo; Silvia Márquez, clave y dirección. Programa: 'Felice e dolente. Melodía y voz en el universo de D. Scarlatti' (obras de Juan Oliver y Astorga, Johann Adolph Hasse y Domenico Scarlatti). Lugar: Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz. Fecha: Sábado 26 de noviembre. Aforo: Tres cuartos de entrada.

Proponía La Tempestad un programa muy bien tramado en torno a la figura de Scarlatti, en el que al perfil no más difundido del compositor se unían una cantata de uno de los grandes de la ópera napolitana del XVIII, el alemán Hasse, y unas canciones escritas en Londres por un compositor murciano apenas conocido, Juan Oliver y Astorga (1733-1830). Fue allí, en Londres, donde Scarlatti presentó en 1720 su ópera Narcissus, con el vendaval Haendel a punto de dominar la ciudad.

El aria de Narcissus de la propina sirvió para confirmar la variedad de registros expresivos de la soprano aragonesa María Eugenia Boix. Cantó con buen gusto las canciones de Oliver y Astorga, especies de arietas de melodías sencillas, en las que lo que importa es captar el afecto que les da forma, algunos de indudable dramatismo (Cangia quel tuo rigore). En la cantata con flauta obligada de Hasse dio ya muestras de un buen manejo de los recursos belcantistas, especialmente en las ornamentadas cadencias y en las agilidades de la segunda aria, que, sin alcanzar el nivel de virtuosismo de las arias de ópera del compositor, ponen a prueba el instrumento y la técnica de la cantante. Pero donde terminó por deslumbrar fue en Piangete, occhi dolenti, cantata de Scarlatti llena de detalles de retórica, que recorrió con plasticidad y finura.

En todo momento contó con el acompañamiento cómplice de una Tempestad que si empezó sonando algo brumosa (lo que achacaría a la acústica del oratorio, inclemente más allá de la quinta fila), acabó brillando por el perfilado dramático y flexible del continuo, la agilidad articulatoria y el elegante fraseo, que propició contrastes muy teatrales en las sonatas scarlattianas.

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