Cultura

Arquitectura y paisaje del viñedo del Marco del Jerez

D ENTRO de la extraordinariamente rica arquitectura agrícola andaluza, las casas de viñas del Marco del jerez constituyen un conjunto singular y único por su especificidad arquitectónica y paisajísitica.

Buena parte de las actuales casas se edificarían en los dos cuartos centrales del siglo XIX, momento en el que la superficie del viñedo se duplica como respuesta lógica a la imparable expansión del negocio bodeguero. Constituyen por ende una cara distinta pero complementaria de la arquitectura del vino, y su construcción sería responsabilidad de los mismos maestros y arquitectos que estaban construyendo las bodegas en la ciudad.

Las casas de viñas, como sus homólogas bodegas, responden a un modelo arquitectónico estandarizado y funcionalmente maximizado, ajeno a la gran arquitectura rural del Valle del Guadalquivir; cortijos y haciendas de olivar. A diferencia de estos, las viñas carecen habitualmente de patio y se ofrecen y asoman al paisaje en franco diálogo. Son construcciones agrícolas y también productivas, albergan los aperos de labranza pero también los lagares para la pisa, los cuales ocupan dentro de la casa el espacio principal, el auténtico corazón de la edificación.

Su arquitectura funcional produjo paralelamente ejemplos singulares de gran relevancia. Algunos de ellos se convertirían en cabeceras de las explotaciones vitícolas de las principales casas del Jerez y en alojamientos temporales de la adinerada burguesía bodeguera, incorporando para ello estancias residenciales acordes a sus propietarios e incluso capillas. Nombres como Majuelo, Cerro Nuevo o Santa Teresa son algunas de las construcciones más singulares del campo gaditano, que ya en el XIX llamaron la atención de viajeros, estudiosos como Madoz y novelistas como Blasco Ibáñez, el cual ubicó parte de la trama de La bodega en la viña El Majuelo.

Aquellos mismo hombres del XIX nos dejaron apasionadas referencias del paisaje vitícola del jerez. Referencias formales y visuales que son sin embargo aspectos parciales de una realidad más compleja y rica que surge de la suma de procesos naturales y antrópicos. El paisaje del viñedo son las casas de viñas, la orografía, la realidad cambiante de las vides, el color de la tierra, los pozos, portadas y elementos menores, o los caminos; pero también forman parte de ese paisaje los modos de recorrerse y usarse el territorio, las huellas de lo sistemas de explotación, y las estructuras y relaciones humanas que le dieron forma y lo mantuvieron.

Los valores del paisaje jerezano son por tanto resultado de aspectos formales, ecológicos, ambientales, históricos, estéticos, e incluso evocativos. Son en definitiva valores culturales que definen al ruedo vitícola y a la propia ciudad bodeguera de jerez en su conjunto como un paisaje cultural, de singular relevancia, caracterizado por el mundo del vino.

De casas de viñas, de arquitectura, de paisaje y en definitiva del mundo del vino y de Jerez, hablaremos este martes en la Academia, a las 20:30, Aspectos todos de una única realidad compleja que contiene muchas de las claves de nuestro pasado reciente, y de nuestra cultura.

José Manuel Aladro Prieto

Arquitecto y profesor de la Univ. de Sevilla.

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