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Artefacto singular

  • Si Sigur Rós se embarca en un recopilatorio, queda claro desde el principio que no va a ser una compilación al uso

En buena medida, cada uno de los cuatro álbumes editados hasta la fecha por Sigur Rós marcan, cimentan y edifican una manera de hacer propia que sobrepasa las definiciones estilísticas al uso. Hay referentes claros y el post-rock, por ejemplo, es sin duda uno de ellos, aunque el hecho de adscribir a la banda islandesa a dicho género resulta excesivamente elástico: en su distintiva música hay tanto de eso como de herencia psicodélica o de vocación experimental -¿recuerda el epé Ba Ba / Ti Ki / Di Do (2004)?-.

Publicar un álbum sin título, sin nombrar las canciones y sin créditos no resulta a estas alturas de la historia un acto tan excéntrico como pudiera parecerlo antaño; crear un pseudoidioma onomatopéyico para entonar la voz sube un grado la proyección del grupo en una supesta escala de extravagancia, pero tampoco se manifiesta como una característica definitiva: ¿qué porcentaje de oyentes foráneos entiende sus letras cuando las cantan en islandés?

No, la bendita rareza de Sigur Rós reside en su manera de hacer, única, y en esas exploraciones sonoras, ejercicios de hipnosis musical, que tan buenos ratos nos han deparado desde la irrupción de su segundo álbum, Ágætis Byrjun (1999), en el panorama del rock europeo más inquieto. Así pues, la pregunta frente a Hvarf-Heim no es tanto por qué un recopilatorio -artefactos a menudo sin sentido cuando se limitan a rescatar de una discografía concreta cortes más o menos conocidos por todos- como qué tipo de recopilatorio hacemos.

Publicado apenas un día antes que su esperado documental Heima -según dicen, más una pieza de poesía audiovisual que un documental convencional-, la nueva entrega de Sigur Rós huye, como cabía esperar, de la compilación habitual para proponer un doble e interesante juego: Hvarf (Desaparecer), presenta cinco cortes inéditos o de muy difícil localización física; Heim, por su parte, recrea en impresionantes versiones orquestales seis canciones de sobra identificables por los seguidores de la formación: dos de Ágætis Byrjun (Starálfur y la propia Ágætis Byrjun), dos de () (Samskeyti y Vaka), una de Takk... (Heysátan) y la hasta hoy escondida versión original del tema que dio título al primer disco del grupo, Von.

Mientras que las del primer álbum inciden en el ya consolidado discurso sonoro del cuarteto, es la particularidad de los temas del segundo la que probablemente aporta un (considerable) plus de interés a esta singular y recomendable recopilación.

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