Cultura

¡Bravo, Ainhoa Arteta, bravísimo!

  • La soprano guipuzcoana condensó 25 años de carrera, acompañada del tenor José Bros y el pianista Marco Evangelisti, en un deslumbrante recital de dos horas en el Teatro Cervantes

A punto de entrar ayer al Teatro Cervantes, que celebraba una de sus citas más importantes de la XXVIII Temporada Lírica, uno se percataba al ver la mayoría de butacas ocupadas de que algo grande iba a pasar. Algunos habían sacado de su armario el traje de pingüino; otras habían aprovechado para lucir peinado; muchos exhibieron canas. Pero todos articularon grandes sonrisas al ver a Ainhoa Arteta subir puntual al escenario con un elegante vestido gris y un collar deslumbrante, aunque no más, si cabe, que su voz a lo largo de dos horas de recital junto al tenor barcelonés José Bros y el pianista pietrasantesi Marco Evengalisti.

La soprano arrancaba el sentido homenaje a su carrera -25 años, ojito- atacando en solitario cuatro de las Seis baladas italianas de Isaac Albéniz. A la segunda, en Una rosa in dono, ella devolvía la sonrisa al público, extasiado al escuchar su timbre y ver sus manos moverse en perfecta conjunción. Poco después, llegaba el tenor para deleitar a los presentes con tres canciones de Francesco Paolo Tosti. El primer bravo de la noche, escuchado al fondo del teatro, se lo llevaba Bros con Vorrei morire, célebre pieza del compositor italiano.

De sobra es sabido las dotes interpretativas de la guipuzcoana, pero lo que uno no se podía imaginar es que iba a poder representar a la protagonista de la ópera italiana Tosca -justo en el momento en el que Scarpia le ofrece salvar la vida de Cavaradossi, su amante, si ella se entrega a sus deseos- y al momento ponerse en la piel de una jovencita y pizpireta Carmen. La primera parte, la más internacional, había concluido rápidamente y el público exigía más -a excepción de algún párpado durmiente-, no sin antes dejar unos minutos de descanso a las esplendorosas voces.

La soprano volvía a subir a las tablas, esta vez de rojo, para demostrar al público que se le puede añadir una pizca de ópera a las canciones de música ligera del brasileño Jaime Ovalle (Azulão), el argentino Carlos Guastavino (La rosa y el sauce) o el colombiano Jaime León (A ti). Algo así similar hizo, acto seguido, el tenor catalán con canciones españolas tan célebres como La de los ojos azules del Maestro Padilla o Amapola de José María Lacalle. Incluso se atrevió con unas coplas de Curro Dulce -no sin disgustar un poco a la crítica y enamorar a los aficionados del flamenco-.

El público se vino arriba en cuanto ambos comenzaron, frente a frente, a despachar números de zarzuelas de Barbieri, Moreno Torroba o Sorozábal. "Este teatro es, junto con el de Jerez, uno de los más emblemáticos de mi carrera porque me acogió al volver de Estados Unidos. Gracias, muchas gracias", declaraba sonriente Arteta justo antes de cantar De España vengo (El niño judío) como bis. Sin embargo, nada pudo igualar el momento en el que los dos artistas interpretaron el mítico número de La bohème donde Mimí y Rodolfo se conocen -beso en los labios incluido-. ¡Bravo, Ainhoa Arteta, bravísimo!

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