De un lado, el teatro en estado puro, tocado con la varita del romanticismo, que es un pasaporte hacia la eternidad, de otro, un caballero valiente, apasionado, elocuente, divertido, feroz y también independiente. Es Cyrano de Bergerac, obra del Marsellés Edmond Rostand, que no es un don Juan, pero está enamorado, pero le da miedo el amor. Además, ¿qué va a hacer con esa nariz que tiene?

Cyrano en una obra en verso, bella e íntima, con caballeros valientes, mujeres hermosas y la idea del amor perfecto rondando durante todo este texto mítico.

El francés Rostand la escribió en el siglo XIX, justo cuando nace el teatro moderno de la mano de Ibsen y de Chéjov con sus obras cargadas de realismo en las que el público, como en un espejo, se ve a sí mismo. Aún así, el autor la ambientó en el siglo XVII, buscando otros tiempos y otros valores que en la época del dramaturgo galo ya empezaban a escasear.

La historia del romántico y narizotas enfrenta esos mismos valores de los que él mismo es portador: la generosidad, la honestidad, la valentía. Muy alejados todos ellos, no sólo de ese siglo XIX, sino a años luz de la época que vivimos. Pero esa historia, claro, sigue funcionando a la perfección, donde impera una sociedad infectada por la hipocresía, llena de corrupción política y de ideales absorbidos por el ansia de poder.

El trabajo está protagonizado por José Pedro Carrión, con lo que el éxito está más que asegurado. Además, esta producción que podremos ver hoy y mañana sobre las tablas del Teatro Villamarta a las nueve de la noche, está dirigida John Strasberg, hijo del mítico creador de Actor´s Studio y fundador del Teatro Internacional de París. La sencilla pero a la vez brillante escenografía es de Daniel Bianco.

El amplio reparto de esta cuidada producción corre a cargo del ya mencionado José Pedro Carrión, en el papel de Cyrano, Begoña Maestre, como Roxana, Cristóbal Suárez, encarnando a Cristián, Fidel Almansa, como De Guiche, Alberto Iglesias, en el papel de Le Bret, Miguel Esteve, como Ragueneau, Francisco Hidalgo, como Montfleury y Roman S. Gregory, en el papel de Ligniére, entre otros artistas.

La producción corre a cargo de Concha Busto y la adaptación teatral es de John D. Anderson.