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Desaparece el poeta del compromiso

  • La poesía española sufre una grave pérdida con la muerte de Ángel González, el gran referente de la Generación de los 50

La poesía española sufrió ayer la pérdida de uno de sus más distinguidos exponentes. El escritor y poeta asturiano Ángel González, autor de una extensa obra, gracias a la cual consiguió ingresar en la Real Academia Española, así como importantes premios como el Príncipe de Asturias de las Letras, el Federico García Lorca de Granada o el Reina Sofía de poesía Hispanoamericana, moría durante la madrugada en Madrid, a los 82 años de edad, después de sufrir una grave crisis respiratoria de la cual no pudo recuperarse. González era uno de los principales miembros de la Generación del 50, en la que los autores incorporaron a la lírica española nuevas reivindicaciones sociales unidas a su preocupación por el lenguaje, en la posguerra.

El octogenario maestro de la poesía nació en Oviedo el 6 de septiembre de 1925, en el seno de una familia de clase media, aunque en 1943 fue enviado a la localidad leonesa de Páramo del Sil para recuperarse de una tuberculosis, lo cual le sirvió para aficionarse intensamente a la lectura de poesía y comenzar a escribir sus propios poemas que, en pocos años, le convertirían en uno de los grandes .

Tras estudiar Derecho en la Universidad de Oviedo, en 1950 se instaló en Madrid donde comenzó sus estudios de Periodismo, y donde se presentó a las oposiciones para técnico de la Administración Civil. Así, consiguió ingresar en el Cuerpo Técnico de dicha administración, y después de pasar varios años en Sevilla, adonde fue destinado, pidió la excedencia y se marchó a Barcelona, donde ejerció como corrector de estilo de algunas editoriales, entablando amistad con autores de la talla de Carlos Barral o José Agustín Goytisolo.

En 1956 publicó su primer libro, Áspero mundo, dentro de la editorial Adonais, antes de regresar a Madrid iniciando una estrecha relación con los autores Juan García Hortelano, Gabriel Celaya o Caballero Bonald, así como con otros exponentes de la Generación del 50, de la que fue miembro, dado su compromiso con la sociedad de la posguerra. Ferviente admirador de Juan Ramón Jiménez o Federico García Lorca, González se trasladó en 1972 a la ciudad estadounidense de Alburquerque, en Nuevo México, en cuya universidad impartió clases durante un semestre, al igual que en Utah, Maryland y Texas, hasta que en 1974 le contrataron como profesor permanente de la primera, en la materia de Literatura Española Contemporánea.

Fue en Cuba, en 1979, donde conoció a su futura esposa Susana Rivera, cuando formó parte del jurado del Premio Casa de las Américas de Poesía. En 1985 se publicó la edición aumentada de su libro Prosemas o menos, y le fue otorgado el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Pese a que continuaba trabajando en EE.UU., sus visitas a España eran constantes.

Finalmente, en 1996 fue nombrado miembro de la Real Academia Española y le fue otorgado el Premio Reina Sofía de poesía Hispanoamericana. Con motivo del sonado reconocimiento recibido, se publicó una versión aumentada del libro que Emilio Alarcos Llorach escribió sobre el poeta y, posteriormente, se editó Luz o fuego, o vida por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional.

Sus últimos libros se publicaron en 2000 y 2001, y fueron 101+19=120 poemas y Otoños y otras luces dentro de la colección Nuevos textos sagrados dirigida por Antoni Martín, aunque en el momento de su muerte, González se encontraba inmerso en un nuevo proyecto que queda ahora incompleto. Asimismo, el pasado mes de diciembre de 2007, fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Oviedo. La noticia de su fallecimiento, provocó la consternación de la esfera poética española. Así, el poeta granadino, Premio Nacional de Poesía, Luis García Montero, se refirió precisamente al último libro que el poeta tenía en mente e indicó que "estaba muy ilusionado con ese libro que ya no va a poder terminar".

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