Llenazo en la Bodega Mora de Osborne, en la noche del sábado, en la XV Gala Taurina de entrega de trofeos de la temporada 2007 de la Tertulia Portuense La Garrocha, un lleno casi de tarde de verano en la Plaza Real, porque la afición nunca falla.

Otra cosa son los toreros, se cayeron del cartel Jesulín de Ubrique, que recibía un homenaje por su retirada de los ruedos, Manuel Jesús "El Cid" -XV Premio Miguel del Pino a la mejor faena de El Puerto 2007- y los titulares de la ganadería de Torrealta -VIII Trofeo Antonio Recio a la mejor ganadería en presentación y juego - encomendando a diversas amistades que subieran al estrado a recoger los codiciados trofeos labrados por Enrique Calvario.

Y ello trajo la desilusión de los aficionados, que quieren conocer y ver a las figuras, y de los organizadores, que trabajan y gastan para que luego, por un quítame allá esta cacería, bautizo, nevada, revuelta tumultuaria o fuerza mayor, no venga el galardonado.

Las cosas de querer darle categoría a los toreros, porque El Puerto ya la tiene y ahí estaba la afición para ovacionar al máximo triunfador de la temporada de El Puerto, Alejandro Morilla, que recibió como tal el X Trofeo Curro Luque; o el novillero ubriqueño Miguel Ángel Sánchez, indiscutido triunfador novilleril del ciclo portuense 2007, que como tal recibió el XII Trofeo Plaza Real, o Daniel Sotillo, mejor novillero sin caballos y por ello acreedor de XV Trofeo La Garrocha, y mucho menos el genial banderillero Curro Molina, que recibió de manos de Cruz Vélez el trofeo que lleva el nombre del profesional portuense, como mejor banderillero.

Las espléndidas palabras de Rocío Oliva, dedicadas a Jesulín de Ubrique, no encontraron eco en el ausente matador, pero brillaron ante el público que fue testigo de bonitos detalles a lo largo de una noche conducida por Manolo Herrera y Álvaro González: por ejemplo que Francisco Moreno Natera, veterano aficionado garrochista, recibiera el homenaje de sus consocios a través de su nieta, o el emotivo trofeo que perpetuará el nombre de Víctor Manuel Coronado Gómez, que fue recogido por su madre entre la emoción de todos.