Cultura

Mirada, mujer imposible

El discutido género de la novela corta tiene en Help a él de Fogwill uno de sus más arrebatados argumentos, no tanto para fundar soluciones categóricas sino, más bien, para seguir sembrando dudas acerca de lo que es y debe ser la literatura. Como un inmenso interrogante se plantó en el mundo este texto del escritor argentino en 1982, premisa de lo que confirmarían otras obras maestras como Los pichiciegos (1983) y Vivir afuera (1998). Fogwill, adscrito a la línea de César Aira y Ricardo Piglia, pervierte en estas páginas El Aleph de Borges, al que añade laberintos hasta entonces sólo latentes con una furia resuelta en la recreación. Help a él no cuenta nada, o lo cuenta todo, en torno a la figura de Vera Ortiz Beti, y a la pasión que la devuelve al mundo de los vivos, con el fondo de la Guerra de las Malvinas. Sin argumento, sin orden ni concierto, sin teoría literaria que valga y sin humanismo que la redima, Ortiz Beti es una mujer imposible, un despersonalismo encarnado en humo, un símbolo genial a fin de cuentas que daba el carpetazo en una época difícil de invasiones y bombas a los existencialismos y doctrinas que tampoco habían aportado la respuesta. La mujer no tiene historia, pero sí es observada desde la melopea, una gran fiesta en los jardines del visir donde todas las drogas son bienvenidas, donde el pellote y los ácidos violan a los sentidos para dar cuenta de que éstos, sobreexcitados, tampoco pueden distinguir nada. Help a él da la patada en el estómago que le faltó a Borges, entre el hedonismo y la muerte, y alcanza con limpieza su condición de límite y frontera: si se quiere, la novela puede ser el testamento de una época, un habeas corpus de ideas y sensaciones, no de historias, porque éstas ya han perdido su razón. Sin futuro, Ortiz Beti se revela entera y humana. Herida, en el libro.

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