"Su intelecto no venía del aislamiento en las bibliotecas, en los laboratorios y en las clases, sino que, además, fue un ciudadano activo y comprometido con los problemas y con las aspiraciones de su pueblo". Con estas palabras, el catedrático de la Universidad de Cádiz José Antonio Hernández Guerrero fue el encargado de oficiar el acto inaugural con un ensayo que otorgó un contexto al título genérico de las jornadas Eduardo Benot y su tiempo, a desarrollar hasta este jueves.

La sonoridad de este apellido adquiere relevancia cuando se localiza en Cádiz. A mediados de siglo XIX, las letras españolas se nutrieron de la mente y trabajo incansable del gaditano Eduardo Benot (1822-1907). Por su aportación a la Filología, Pedagogía y Literatura decimonónicas, su ilustre figura protagoniza el VIII Seminario Emilio Castelar, que dio comienzo ayer por la tarde en la Facultad de Filosofía y Letras.

A media tarde, María del Carmen García Tejera e Isabel Morales Sánchez -ambas del profesorado de la UCA- sacaron a relucir en una mesa de debates la creativa aportación literaria del humanista, influyente en la Generación del 98.

Con esta octava edición, el grupo de investigación de Estudios de Retórica Actual (ERA), dirigido por José Antonio Hernández Guerrero, continúa la labor iniciada en el año 1999, mediante la que persiguen llegar de manera consolidada a la conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812.

En el marco de esta semana de evocaciones a Benot, se descubrirá una placa, en la fachada principal del antiguo Colegio de San Felipe Neri en la calle Santa Inés, como homenaje y recuerdo indeleble de este reconocido intelectual. Asimismo, varios legajos personales de Eduardo Benot Rodríguez reposarán perennes en la Biblioteca del Ateneo. Los herederos del erudito gaditano donarán hoy parte de la biblioteca privada de la familia, mediante un convenio firmado por Rafael Benot y el presidente de esta entidad cultural, Ignacio Moreno Aparicio.