Cultura

Las luces ganan por goleada a las sombras en un cartel brillante

Con el mismo espíritu plural y heterogéneo de cada edición, el XVI Festival de Jerez ha arrojado un balance artístico sobresaliente en cuanto a la oferta programada en su 'prime time' (las nueve de la noche). A diferencia de anteriores carteles, esta vez la organización no ha tenido inconveniente alguno a la hora de efectuar más concesiones para que tanto el cante como el toque tuviesen el protagonismo que merecen en el principal escenario del certamen, el Villamarta, pese al alma eminentemente bailaora de una muestra que se apellida de baile flamenco y danza española. De este modo, dos de las propuestas inolvidables de esta edición no han venido de la mano del baile, sino de las gargantas de los seis cantaores VORS que comparecieron en 'Jerez al cante', que reunió en un mismo 'cuarto cabal' a Agujetas, Moneo, El Torta, Fernando de la Morena, El Zambo y Capullo. Si esa enduendada reunión suscitó todo tipo de comentarios y alabanzas, no menos nos emocionó tener la gran suerte de ver en directo en el Teatro a Carmen Linares, de la que disfrutamos con un recorrido por una voz quebradiza y frágil pero plena de sabiduría y sensibilidad. Igualmente, más allá del baile, el maestro Gerardo Núñez ofreció una primera parte de 'Made in Jerez' con una guitarra pletórica de madurez y buenas vibraciones. En cuanto a las propuestas dancísticas, el espectáculo fuera de catalogaciones ni etiquetas de Israel Galván, 'La curva', entroncó con las ondulaciones de María Pagés en su personal 'Utopía'. Dos creaciones de bellísima factura, preñadas de poética, reflexión y poderío visual, seguidas de cerca por los embriagadores destellos que brindó la malagueña Rocío Molina con 'Vinática', siempre agitadora de públicos, al igual que Pastora Galván, cada vez más personal y creativa. También han sido muy destacable los trabajos presentados por los jóvenes pero experimentados bailaores Marco Flores y Manuel Liñán, que trajeron a Villamarta 'De flamencas' y 'Tauro', respectivamente. Un formato humilde y aseado con mucha garra bailaora en el primer caso, y una empresa más arriesgada pero plena de compromiso y honestidad en el caso del espectáculo del granadino. 'El aire que me lleva', de Andrés Peña y Pilar Ogalla, también fue un montaje atiborrado de buenas sensaciones tanto en forma como en fondo, palabras que bien podrían emplearse para definir 'Baile de palabra', mínimo formato reducido a tres que Mercedes Ruiz presentó en La Compañía y que destapó un trío colmado de talento y buen hacer: la propia bailaora, Santiago Lara y David Lagos. El decepcionante estreno de relumbrón del renovado Ballet Flamenco de Andalucía a cargo de Rubén Olmo no pasará a la historia, como tampoco esas 'Mudanza boleras' de Francisco Velasco, trabajos en los que habíamos depositado grandes expectativas que no se cumplieron ni en uno ni en otro caso. Como tampoco dio el nivel al que nos tiene acostumbrados Joaquín Grilo, quien con 'La mar de flamenco' clausuró el pasado sábado el Festival de Jerez. Y para el final del balance dejamos la tercera revisión del '¡Viva Jerez!', probablemente la más completa y equilibrada de la saga que nos conmovió gracias al despliegue cantaor de Jesús Méndez y al soberbio baile de otra época de Juan Parra.

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