Arte

Las leyes del caos, la música del otro lado

  • 'La energía hecha visible' dedica especial atención a la restauración del 'Mural', proyecto que permite indagar en las estrías de una obra dada a infinitas lecturas.

No deja de resultar significativo que sea una institución académica, la Universidad de Iowa, la que se encargue de velar, divulgar y restaurar (en una operación financiada por la Fundación Pollock - Krasner y el Getty Institute de Los Angeles) una obra como el Mural de Jackson Pollock. Tal y como explicó ayer Sean O'Harrow, director del Museo de Arte de la Universidad, la pieza se inscribe en un proyecto multidisciplinar desarrollado por la misma bajo el título Steam (vapor, en inglés), término empleado como acrónimo para asentar las confluencias en torno la ciencia (science), tecnología (technology), ingeniería (engineering), álgebra (algebra) y matemáticas (mathematics). Y es que, en cuanto al contenido que encierra el Mural y sus posibilidades, Pollock fue bastante más allá del arte (si es que algo así es posible) en su empeño por hacer visible la energía a través de la expresión más pura del movimiento, en un órdago no exento de cuestiones animistas por un lado (conviene no olvidar su querencia al arte practicado por las antiguas tribus indígenas estadounidenses, de ahí su opción por el dripping y por pintar de pie, rodeando el lienzo, entrando continuamente en la obra hasta llegar a formar parte de ella y vertiendo la pintura al más puro estilo action painting) y puramente físicas por otro. Análisis matemáticos realizados sobre el lienzo en la última década han revelado la existencia de cualidades fractales y evoluciones que anticipan la teoría del caos: en el delirio que le llevó a recrear la "estampida, cada animal en el oeste americano, vacas y caballos, antílopes y búfalos, todos a la carga a través de la maldita superficie", tal y como él mismo la definió, Pollock se aproximó de manera intuitiva a proporciones de la realidad que únicamente han podido ser formuladas parcialmente. Se trata, al cabo, de la energía, la que ni se crea ni se destruye; aunque Einstein nos la presentó en todo su esplendor, sus efectos en determinados órdenes de la materia (la que acontece en los agujeros negros del cosmos, por ejemplo) constituyen aún un misterio. El interés científico del Mural es por tanto equiparable al plástico, y el apetito que despierta compete por igual a artistas y matemáticos: objeto de estudio para una universidad afortunada.

Las lecturas que se deducen de una obra como el Mural son infinitas. No sólo a nivel teórico: basta una simple observación inexperta para corroborarlo. Desde una panorámica general, da la impresión de que el conjunto se desplaza en una progresión de izquierda a derecha. Pero en un descenso parcial, las conclusiones son muy distintas: el Mural que se contempla desde el ángulo izquierdo tiene poco que ver con el que asoma desde el derecho (resultaría harto interesante la posibilidad de una observación circundante desde la perspectiva en la que fue creado, con el Mural extendido en el suelo, por más que Pollock lo pintara para su instalación vertical). Y si se fija la atención en un punto de inmediato se suceden en el ojo distintos relieves, otro aspecto que vincula a Pollock con Picasso pero que en el norteamericano alcanza ilusiones pluridimensionales. El comisario de La energía hecha visible, David Anfam, aportó ayer un dato interesante en este sentido: el pasillo del apartamento de Peggy Guggenheim en el que se instaló por primera vez el Mural era largo y estrecho, lo que hacía imposible una contemplación completa y panorámica. Había que observarlo necesariamente a una distancia muy corta, con lo que "quien pasaba por el pasillo se sentía de inmediato envuelto por la pintura". Y esto es justamente lo que quería Pollock, quien conocía de sobra el pasillo para el que realizó la obra y que de antemano tuvo clara la idea de propiciar un paisaje para una experiencia que abarcara mucho más allá del mirar. Anfam apostilló ayer que el objetivo de la exposición es presentar cuanto encierra el Mural "dentro y fuera" de sí mismo, y este propósito tiene que ver tanto con las influencias como con la certeza de que, ante el lienzo, es uno el que es observado y alcanzado por la música que allí sucede. Así lo deseó Jackson Pollock: quien mira forma parte.

Todos estos prodigios pueden volver a mirarse ahora con ojos privilegiados gracias a la restauración del Mural que llevó a cabo durante dos años el Getty Institute. O'Harrow explicó que Pollock realizó la pintura sobre un lienzo de lino belga (pagado por Peggy Guggenheim), lo que contribuyó a mejorar su conservación; pero durante muchos años se guardó cubierto por una capa, con lo que se perdieron colores y matices ahora recuperados. La exposición dedica toda una sala a esta aventura: la génesis de una obra nueva.

Posibilidades educativas e intercambios

Dentro del calendario de actividades previsto por el Museo Picasso mientras el Mural de Jackson Pollock continúe expuesto en el Palacio de Buenavista, figuran dos días especiales que estarán consagrados a esta obra con propuestas educativas para niños, familias y adultos: será el 25 de junio y el 10 de septiembre cuando La energía hecha visible adquiera su carácter más festivo y también más divulgativo, un verdadero reto para el departamento de Educación del Museo Picasso dada la cantidad de contenidos que permite abordar el Mural. En este sentido, Sean O'Harrow, director del Museo de Arte de la Universidad de Iowa, se mostró dispuesto a "intercambiar experiencias" por el bien de ambas instituciones.

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