Rojo y negro

"La mayoría de nuestros políticos nunca ha leído a Blas Infante"

  • Enrique Baltanás analiza de dónde procede la imagen tópica de Andalucía en su nuevo libro, que trata de superar el enfoque nacionalista para ahondar en los problemas literarios de los siglos XIX y XX

Bandoleros, flamencos, moros, gitanos y judíos conviven bajo el eterno sol de la Andalucía tópica que aún hoy muchos se empeñan en perpetuar, mientras que otros se intentan sacudir a duras penas. Hasta hace muy poco, nuestra tierra se vendía a los turistas con estos discutibles reclamos y, aun hoy, hay quien llega a Andalucía en busca de ese paraíso mítico, en busca de ese edén perdurable. Como ejemplo reciente, la mediática y ostentosa visita privada de Mouamar al Gadafi a Sevilla y Málaga antes de comenzar su visita a España -a la España oficial se supone- para hablar de temas más prosaicos, pero con mejores dividendos, que contemplar el Mediterráneo desde Málaga.

¿Pero de dónde procede esta imagen tópica de Andalucía? El profesor y escritor sevillano Enrique Baltanás nos responde a esta pregunta en su último libro La materia de Andalucía. El ciclo andaluz en las letras de los siglos XIX y XX, que acaba de publicar la Fundación José Manuel Lara.

La materia de Andalucía no es un manual de literatura andaluza, sino que, como explica su autor, se ha intentado superar el enfoque nacionalista para ahondar en "los problemas y tópicos de la literatura de los siglos XIX y XX", en los que Andalucía se constituye como un referente literario e ideológico de alcance universal.

De hecho, fueron los románticos europeos los primeros en tratar el tema de Andalucía, no desde el punto de vista costumbrista, sino desde el punto de vista mítico. "La mayoría -explica Baltanás- venía a Andalucía con una idea preconcebida que condicionaba su mirada, y veían lo que querían ver".

Una anécdota que, en opinión del autor, explica bien este espíritu es la protagonizada por el escritor norteamericano Irving Brown, que se creía gitano, aunque no lo era, "y se fue a un lago a tomar durante mucho el tiempo el sol para oscurecer su piel" antes de venir a España y comprobar que en esta tierra "el arte y la vida son una misma cosa".

Según Baltanás, esta postura halagó a muchos escritores nacionales, entre los que cundió el ejemplo, y admite, que, aún hoy en día, los andaluces "nos hemos creído esto totalmente".

Otro elemento importante, que Baltanás explica en su amenísimo libro, es que el tour exótico de la época incluía a Andalucía y el norte de Marruecos como parte de un todo legendario. La Andalucía que imaginaron, y que se creyeron, escritores como Chateaubriand, Gautier o Louÿs era un territorio exótico y atemporal, una tierra mestiza en la que convivían moros, gitanos y cristianos en perfecta armonía.

Enrique Baltanás explica que esta tendencia se da, "sobre todo, durante el romanticismo y el realismo, hasta que con la llegada de las vanguardias se intenta rizar el rizo adoptando el punto de vista del humor". Esta Andalucía mítica, que tiene como héroes al bandolero o a la bailaora y por escenarios el patio o la reja, tiene como escritores de referencia a autores tan conocidos como Federico García Lorca, aunque el autor del libro advierte de que hay otros, como Armando Palacios Valdés, "que, siendo menos conocidos, representan mejor esta tendencia".

Baltanás trasciende en su libro lo meramente literario al estudiar las implicaciones ideológicas y políticas de esta tendencia, y advierte sobre el peligro de "confundir vida y literatura" a la hora de analizar los orígenes del nacionalismo andaluz. Especialmente interesante es su análisis de la doctrina de Blas Infante y de los símbolos de nuestra comunidad, la bandera y el escudo, que hacen referencia a "esa unión armónica entre Oriente y Occidente, de la alegría grecolatina y la pena musulmana" que defendía el padre de la patria andaluza.

Baltanás admite que el nacionalismo andaluz, "como ideología, aún participa de estas premisas", aunque advierte que nuestros políticos "no son conscientes de qué significan estos símbolos porque la mayoría de ellos lee muy poco y nunca han leído a Blas Infante".

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