Cultura

La última excursión

Ambientada en la Francia de 1960, La aventura de los Águilas nos trae una historia de amistad juvenil y fin de ciclo (de la inocencia, también) a propósito de un grupo de amigos que se pierden en la montaña durante una excursión de verano en los alrededores de la estación de esquí de Chamonix en plenos Alpes. Cruce intencionado entre el espíritu de camaradería de boy scout de Cuenta conmigo y la deriva reflexiva de dos cintas francesas como Los 400 golpes (cuyo cartel podemos ver en uno de los cines que aparecen en la cinta), de François Truffaut, y Adiós, muchachos, de Louis Malle, la película de Jean-François Davy aspira a retratar las relaciones complejas y el perfil variopinto de los adolescentes franceses de una época marcada por la llegada de la modernidad, la guerra de Argelia y la emancipación de unos jóvenes que marcaban al fin el ritmo de su tiempo.

La cinta retrata así un periodo de transición a través de unos personajes demasiado rígidos y autoconscientes, excursionistas barbilampiños que se divierten con los típicos juegos de infancia, pero que atisban ya el futuro adulto que se les viene encima, con sus luces (el primer amor) y sus sombras (la muerte).

Conducida con cierta tendencia a dar vueltas en círculos, o lo que es lo mismo, sin demasiada pericia narrativa para hacer avanzar la historia más allá de su indisimulado discurso metafórico, La aventura de los Águilas no acabará de convencer al público infantil debido precisamente a su escaso espíritu aventurero y a su suspense poco trabajado; tampoco a un público adulto que, aunque complacido en una cierta nostalgia del pasado, es siempre consciente de la poca densidad moral del asunto. Así, en tierra de nadie, entre bonitas estampas del Mont Blanc a vista de pájaro y una excelente música de Frédéric Talgorn, la película nos acaba dejando a los espectadores una inevitable sensación de indiferencia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios