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Están aforados los jugadores de fútbol al ejercer violencia sobre el césped? ¿Les protege una forma de impunidad? Porque vemos que, hasta donde se les permite ser violentos sin incurrir en delito, no guarda relación de igualdad con lo legislado penalmente para el resto de la plebe. Verbigracia, que de gracia tiene poco: que se nos ocurriera trincar en plena calle a nuestro mayor enemigo y empezáramos a darle manporros delante de cualquier fuerza de seguridad. Acabaríamos detenidos y a disposición judicial de inmediato.

Esto, como poco, sería un presunto delito de lesiones. Pero lo que está tipificado para el común de los mortales, no culpabiliza a quienes lo hacen sobre los campos de fútbol de élite. La policía no los detiene como lo haría con usted o conmigo. De esos hechos se encarga un tribunal no judicial. Ya quisieran muchos que por una pelea callejera sólo recibieran una amonestación, una tarjeta amarilla o roja, permanecer tres días sin salir de su domicilio, siendo juzgado por el presidente de la comunidad de vecinos y sus estatutos.

La Policía mira sin poner unas esposas de inmediato al agresor. No ignoro desde luego que existe un riesgo en los deportes de contacto, una posibilidad de choque y encontronazo consustancial a los mismos. Hay unas líneas divisorias bien sutiles entre el dolo y lo inevitable. Pero me estoy refiriendo a hechos en los que el balón ya brilla por su ausencia. Acciones donde el animus laedendi, la intención de provocar la lesión, las convertirían en un delito. Difícil tarea para legisladores y jueces. En el fútbol amateur parece que está más claro y el aforamiento desaparece.

Les propongo una curiosidad: escriban en YouTube las palabras "barbaridades fútbol y asesinos". Es para que la policía actuara de oficio. ¿Por qué se encarga de ello un denominado Tribunal Deportivo? ¿Le legitima encargarse de presuntos delitos que corresponderían al juicio más propio de la vía penal, amparados en la supuesta atenuante de que ocurren en un campo de fútbol de los grandes? Las culpas a los aficionados, pero parecen quedar exentos de responsabilidad los futbolistas que incitan a la violencia. La complicidad no exime de responsabilidad a los autores, pero se dan declaraciones de presidentes de equipos, jugadores, capitanes, entrenadores... cuya incitación a la violencia escuchan millones de personas y, entre ellas, menores de edad.

Si esposaran en pleno partido a un jugador de élite que acabara de cometer una brutal agresión tipificada penalmente para mortales, mucho se enseñaría a todos y a las nuevas generaciones sobre las consecuencias de la violencia. Consultando a expertos en derecho deportivo me indican que no existen casos. Barbaridades como las de Simeone, Maradona, Pepe, Juanito (dep), Hatem Ben Arfa... quedan sin pena y con gloria. Es la gloria de los intocables ante una masa que pide más en un circo romano que grita ¡gooooooll! Cuando nos meten la violencia por toda la escuadra.

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