En los primeros tiempos del color, cuando la gente se llevaba horas ante los escaparates de televisores (eso sí que era capacidad de sorpresa ante una pantalla), en TVE había aún programas en blanco y negro por limitaciones técnicas. Solían ser las emisiones de Telesur o escondidos formatos de la Segunda Cadena como A fondo y Encuentros con las letras. Había otros que la anacronía cromática le venía al pelo como el Más allá del doctor Jiménez del Oso. Y también el blanco y negro servía para parodiar las góticas películas de terror como El monstruo del Sanchezstein, un regalo que traían los lunes a los niños de la EGB el realizador Hernández Batalla y Guillermo Summers. Entre él y el retaco de Pepe Carabias, que era el monstruito, se inventaron el memorable "Luis Ricardo, cantidubi dubi...". Aquello lo recitaba la inmensa María Luisa Seco, a cargo de aquella guardería nacional que era la tele de la tarde. Luis Ricardo oía las órdenes de los niños concursantes pero en realidad el monstruo hacía lo que le daba la gana. Todo un ejemplo.

Con eso de la informalidad infantil en lo de Sanchezstein los famosos aparecieron por primera vez haciendo el ganso, desinhibidos en las pruebas de mímica, alejados de las poses que debían tener en otros programas de la entristecida TVE. Incluso los niños pedían qué famosos podían ser teletransportados por el doctor (un olvidado Pedro Valentín), aunque se podían llevar el chasco y en lugar de Miliki apareciera el cantante Micky. Fintas guasonas del guionista Summers.

Bigote Arrocet, a cuestas con sus chistes malos y sus gestos cantinflaneros, fue uno de aquellos primeros famosos ante los niños de Sanchezstein, los niños de la transición. La concurrencia se encandilaba con esos famosos que hacían otras cosas de lo que solían hacer. Bigote se nos ha marchado a Supervivientes. Buen nombre para unos tipos con ganas de sobrevivir a costa de su imagen. En aquellos años de pintura naif en blanco y negro nos parecía un discípulo de Charlot. Ahora es sólo el novio de la Campos. Qué cosas.

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