Durante varias semanas están apareciendo noticias en los medios acerca de la adquisición del grupo Time-Warner, por AT&T.

Time Warner es una enorme empresa creadora y distribuidora de contenidos, que factura anualmente 30.000 millones de dólares. Es propietaria de los estudios Warner Bros y de decenas de canales de TV, incluyendo el muy influyente CNN, y copropietaria de HBO, la plataforma digital de series de TV de mayor éxito. AT&T, por su parte, es la mayor operadora de telecomunicaciones del mundo y cuenta con una gran red de distribución por cobre, fibra óptica, así como con la compañía de satélite Direct TV, además de una extensa red de telefonía móvil.

Durante estas semanas, AT&T ha realizado una oferta de compra de Time Warner por 85.000 millones de dólares. La productora de cine y TV no ha rechazado la oferta, pero ha sido el Departamento de Justicia de EE.UU. (responsable de autorizar la operación), el que la ha bloqueado.

La razón que esgrime es que esa fusión perjudicaría a los consumidores, al tener AT&T la posibilidad de distribuir en exclusiva los contenidos de Time Warner por su propia red, excluyendo, por tanto, a otras operadoras de telecomunicaciones, compañías de satélite y de cable.

Tradicionalmente, la razón más importante que las autoridades regulatorias han esgrimido para bloquear una fusión entre empresas ha sido la de impedir un monopolio o un fuerte oligopolio en un sector, porque los consumidores tendrían menores posibilidades de elegir compañía suministradora, y éstas, además, podrían abusar elevando precios. La propia AT&T sufrió este bloqueo en 2011, cuando intentó comprar la filial de Deutsche Telekom en EEUU, justamente porque, de haberse autorizado, habrían quedado solo 3 grandes compañías de móviles en ese pais.

Sin embargo, en este caso, la integración no sería horizontal. AT&T, adquiere a una productora, con lo que se produciría una integración vertical. Pero esto no aumentaría, por sí mismo, el alcance de los servicios que actualmente presta AT&T. Cuando una empresa compra un suministrador, puede aprovechar mejoras de eficiencia, pero no tiene un efecto negativo sobre los consumidores o usuarios. Lo que el regulador esgrime es que los usuarios tendrían menores posibilidades de elección, reduciendo la competencia. Por ejemplo, la serie de éxito, Juego de Tronos, producida por Time Warner, podría ser distribuida en exclusividad por AT&T, reduciendo la capacidad competitiva de los restantes distribuidores. Igualmente, AT&T podría negar el acceso a la distribución de los contenidos de Disney, por ejemplo.

Para evitar estas situaciones, se ha exigido tradicionalmente una cláusula de no discriminación, para que todos los productores tuviesen acceso a los mismos canales de distribución.

La escasa simpatía que Trump ha mostrado por CNN parece ser también un elemento distorsionador de esta compra.

Hay otra razón para la operación de AT&T que no se hace explícita. Las operadoras de telecomunicaciones muestran unos márgenes cada vez más reducidos e ingresos decrecientes, y la producción de contenidos es lo que genera ingresos. Son las productoras (y el mundo artístico involucrado) las que obtienen los ingresos y no las empresas tecnológicas que distribuyen los mismos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios