TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Análisis

Setefilla Madrigal

Declaraciones 'millennials'

No voy a escribir de lo que ya sabéis, porque se da el caso de que lo sabéis. Voy a escribir, sin dejarme atosigar por el cabreo, la desgana o el apatismo lo que aun sabiendo os atrevéis a ignorar sin remordimientos. Seguís anclados, sí vosotros, esa generación precedente que nos enseñó cómo funcionaba el mundo. Los entresijos, las normas, el proceder. Seguís anquilosados en un pasado que nos habéis explicado una y otra vez hasta la saciedad: que sí que el choque de ideologías, que sí, que una guerra, que sí que las luchas de poder, que sí, que la religión. Nos ha quedado muy claro y lo sabemos de carrerilla. Sabemos cuántas pugnas, cuántas consignas y cuántas manifestaciones sacudieron vuestra rutina para hacer prevalecer esta maravillosa herencia que seguimos valorando, a pesar de que penséis lo contrario. Pero ese tiempo ya pasó, como vuestra hegemonía. Dejad paso a la instanteneidad de internet, a la era de la información digital, a los poetas malditos, a la comida rápida. No somos una amenaza. Sólo queremos demostrar que las cosas se pueden hacer de forma diferente sin que eso haga temblar los cimientos de lo preestablecido. Escuchad, que todos remamos en la misma dirección y tenemos algo que decir. Delegad, porque sólo de esa forma llegaremos a ser tan competentes como vosotros. Dejad a un lado el cinismo, abanderándolo con esas ideas absurdas de que las nuevas generaciones destilan una enorme falta de compromiso o interés, político o ético, más egoísmo o menor educación que las anteriores. Esa opinión no tiene fundamento y generará un malestar justificado. Nosotros también tenemos unas cuantas causas pendientes por las que apretar los puños, no menos loables de lo que lo fueron las vuestras. Que en el mundo, de una vez por todas, las mujeres sean iguales a los hombres: seres libres con los mismos derechos y el mismo sueldo; que todo el que quiera pueda amar con libertad y bajo un cielo tibio, de justicia, en todas las acepciones de la palabra; que cada cual alcance sus metas sin que lo que determine la excelencia sea el valor económico; que los ríos sigan fluyendo y las primaveras llegando. Que nadie sienta miedo por decir cómo piensa o en que Dios cree. Que el mundo avance y regale equidad, porque al fin de al cabo de eso se trata.

No hemos cambiado nosotros, ha sido el tiempo, que no deja indiferente a nadie ¿es que no lo véis? Abrid las puertas que tenemos ganas, templad los ánimos que somos jóvenes, pero alentándonos a seguir caminando siempre hacia adelante, por ser ésta la única dirección posible, a pesar de las trabas que nos imponen los de arriba. Empatizad, eso quizás sea lo más importante y guiádnos, porque no es que estemos perdidos -ese adjetivo que tanto os gusta imponernos desde vuestra inalcanzable tribuna- es que habéis destrozado el camino y detonado los puentes y ya no hay por donde pasar. Reaccionad, ante un escrito o una aseveración injusta. Reaccionad, ¡venga! Porque en fondo, después de todo, sabéis que en realidad no estamos tan lejos los unos de los otros.

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