Análisis

Eduardo Florido

Dicen que (casi) nunca se rinde...

Berizzo llegó a Nervión por su rebeldía en escenarios como el Bernabéu o el Calderón

La imagen cuenta. Y la imagen de este Sevilla que hoy rinde cuentas ante sus accionistas con lustrosos números económicos y deportivos está muy ensuciada por lo del Santiago Bernabéu. Otra goleada humillante en Chamartín, podría decirse, si este mismo equipo no tuviera los antecedentes penales de Moscú y Valencia.

La actual cúpula ejecutiva de Nervión apostó por Berizzo porque hizo lo que el Sevilla no había sido capaz en sus últimos años de crecimiento: golear al Barça, incluso ganar en el Bernabéu y en el Calderón y eliminar a sus anfitriones. Lo hizo en 2016 y 2017, aunque ese Celta que se ahogó en la orillas de semifinales en la Copa y la Liga Europa tiró la Liga: decimotercero y 69 goles en contra.

Esto debían saberlo los rectores sevillistas, testigos directos de la candidez bienintencionada del equipo de Berizzo en cierta semifinal copera, meses después de aquella exhibición celeste en Nervión, un domingo a mediodía.

Ahí había un mal de fondo que se ha acentuado en cuanto el Sevilla ha querido dar un paso más en su crecimiento para subir el escalón definitivo, ese último escalón tan empinado. Y apostó por una plantilla de calidad con exceso de veteranía y defecto de calidad física, dos ingredientes sin los que Berizzo y Marcucci no pueden imprimir el sello de rebelde que tuvo aquel Celta que puso bocabajo el Calderón y el Bernabéu.

Ante el grande, el Sevilla siempre hace de gato en el rondo infinito de su fútbol al pie. La obsesión del balón. El dato es incontestable: el único de los seis grandes que no ha sumado ni un punto en sus duelos directos, todos a domicilio. Como si la casta y el coraje del himno sólo aflorasen ante su gente, en un club que presume de dorsales de leyenda como Valero, Campanal, Gallego o Sanjosé eso es una traición a sí mismo. Si no rectifican, los rectores fichando físico y personalidad y el técnico reordenando su sistema defensivo, que vayan cambiando uno de sus lemas.

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