El pasado día 15 el Centro Dramático Nacional presentó la programación anual de sus cuatro teatros públicos, el María Guerrero, la Sala la Princesa, el Valle Inclán y la Sala Francisco Nieva. En un país civilizado, donde el teatro y las artes escénicas contasen con la relevancia merecida, Ernesto Caballero no sólo hubiese aparecido en los informativos de referencia. Es que lo habríamos visto en el sumario de alguno de ellos. En portada. ¿Pero cómo vamos a pedir peras al olmo? Si en según qué ediciones ni siquiera existe sección de Cultura. Total, que sólo los aficionados salivamos con ese montaje de El Público de Lorca que harán los japoneses o El concierto de San Ovidio de Buero dirigido por Mario Gas.

Mientras tanto, y sólo por el mero hecho de querer estar informados y ver con regularidad Telediarios e informativos de todas las cadenas, tenemos que asistir con estupor a todas esas 'noticias' que se vierten en el bloque deportivo. La gente suele ser olvidadiza y a estas alturas la mayoría parecen inmunizados ante la estulticia que rodea la mayor parte de las veces todo lo que emana del planeta fútbol. Incluso a algunos intelectuales les gusta ejercer de palmeros del balompié. Pero yo no olvido el disparate acaecido hace tan sólo dos semanas con motivo de la final de la Champions. Atresmedia sacó pecho dedicando 17 horas consecutivas al evento. El resto de canales también desbarraron. De no haber sucedido el atentado de Londres, no sé cuánto se habría alargado la locura de la final.

A todo esto, siguen saliendo cifras obscenas acerca de todo lo defraudado por algunos futbolistas icónicos. Si al menos, como consuelo, alguna de estas figuras mediáticas pusiera tanto empeño en luchar contra la homofobia como Guardiola la ha puesto en apoyar la causa soberanista, podríamos poner un tanto positivo en la casilla. Pero es que ni eso.

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