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Cansados, agotados... Hartos de cornadas. Sin demagogia barata y con estadísticas por bandera digo que 168 millones de niños trabajan y 68 millones de ellos en condiciones muy peligrosas en el mundo. Y mientras... aquí detienen a dos personas por un delito de odio, delito tipificado en la Ley Penal. Un odio que echaron en Twitter hacia Adrián. Un niño de once años que hizo el paseillo en un festival taurino a beneficio del cáncer. Enfermedad que ataca no sólo a este niño que desea ser torero, sino a tantos ya. Los tuits como "Muérete ya, muérete ya" salían de varias personas protegidas en los burladeros de las redes sociales. Un odio que echaron también hacia Francisco Rivera cuando se hizo una foto con su hija en brazos frente a una vaquilla, y cientos de ejemplos más. Un ataque cavernícola de animalistas inhumanos que no saben salir a los medios y cabecean en las tablas cerca de sus subalternos tuiteros sin nombre ni cartón, ya podían aprender de valor. Sus cornadas son más profundas que las de un asta. No sé si Adrián llegará a ser torero, pero algo ya ha aprendido, a recibir cornadas. Tampoco creo que si lo consigue yo vaya a verlo, porque a veces dudo si cortarme la coleta de los tendidos. Esto ya cansa. La última defensa animalista ha sido una bomba en los aledaños de la plaza de toros de Bogotá que ha herido de muerte a un policía y corneado treinta humanos, tenía varias trayectorias. Un ataque a una minoría que actúa dentro de la legalidad, que no busca confrontación alguna, que se desvive por las obras sociales y la solidaridad. Amantes de una raza brava que no recibe millones de euros para protegerla como al lince ibérico. Un lince que cada vez que aparece uno atropellado se invierten millones para salvaguardarlo. Los rumores sobre que existe uno congelado y lo van poniendo por los arcenes aumentan. Parece que se lo llevan calentito por muy frío que esté. Solo hablo de que el río suena.

Razonar ante la incultura y el odio es inútil. Mi artículo va dirigido a los taurinos. Lo mismo que uno lee lo que quiere yo también puedo escribir para quien yo quiera. Eso sí, con foto, nombre y apellido. Sin capote de odio que me proteja, sin burladeros de retuits, sin hashtag por estoque ni banderillas negras de luto. Sin insultos a sus madres. Los taurinos nos podemos defender hablando de arte, de tradiciones, de la raza brava... ¿Pero qué defensa tiene desear la muerte de un ser humano? Poner una bomba no tiene arte, aunque se está convirtiendo en la tradición de esta raza muy poco brava.

Y como dicen que el último que se entera de los cuernos es el cornudo igual es que no me entero.

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