Juego limpio y respeto para todos los clubes de Europa - No sólo para los pocos escogidos por la UEFA". Copenhague y Oporto se disponían a jugar su partido de Champions el martes y antes, aficionados daneses desplegaban un gran tifo con esa leyenda en inglés bajo una pintura en la que la UEFA celebraba una reunión con representantes de seis clubes sentados en una larga mesa: PSG, Bayern, Real Madrid, Chelsea, Barcelona... y Juventus. En el caso de los italianos, una vecchia signora, que la denuncia con humor cala mejor.

Cualquier danés que viera en diferido el Sevilla-Juventus esbozaría una sonrisa maliciosa y se sentiría aún más orgulloso de esa ingeniosa queja, que contiene una indudable carga de veracidad.

Clattenburg ignoraba lo que sucedió en Copenhague poco antes de sacar el molde europeo, el de los arbitrajes con dos varas. A los sevillistas hay que recordarles que, aunque pueden enorgullecerse de ese exclusivo anagrama con el trofeo de la Liga Europa y el 5, es un ilustre de nuevo cuño, un recién llegado que aún debe llevarle los cafés a esos "pocos escogidos por la UEFA". El inglés sacó ese molde y el Mudo Vázquez, Mercado y Sampaoli, muy argentinos ellos pero novatos en Champions, recibieron una dolorosa patada en el culo del mismísimo Sevilla. Pones el culo pero recibes, eso sí, un aluvión de millones.

A la UEFA, y lo escribe uno que asistió a varias reuniones para organizar aquel Madrid-Inter que se jugó en Nervión en 1998, le obsesionan los patrocinadores y la seguridad. Por una parte, esos anunciantes quieren el protagonismo de clubes de gran foco mediático, de gran ascendencia. Por otra, el organismo censura a los reincidentes focos de violencia. Y Sevilla se está señalando mucho, como reflejan esos telediarios que sólo se acuerdan del sur para lo malo. Pero ojo. Ahí la responsabilidad se la reparten el club y las autoridades políticas: estoy cansado de ver a ultras de equipos visitantes sueltos por la Alameda o en la Campana antes y después de los partidos.