Análisis

gumersindo ruiz

Lecciones de la crisis para el mercado de trabajo

La principal sorpresa en estos años es que si bien la crisis fue un shock terrible que se propagó a prácticamente todas las economías, los trabajadores de algunos países sufrieron relativamente poco, varios se recuperaron, y otros -como nos sucede a nosotros- a duras penas levantamos cabeza. Todavía tenemos un desempleo que es ocho puntos porcentuales superior al de hace diez años, el porcentaje de actividad sobre la población entre 16 y 64 años es bajísima, sólo del 60%, y aunque sea un lugar común no por ello es menos cierto que la calidad del trabajo que se crea es muy pobre. Tengo delante de mía un contrato, renovable semanalmente, que con toda legalidad regula las relaciones con una trabajadora, dos días a la semana, cuatro horas diarias -efectivas casi cinco- con una remuneración neta semanal de 54,96 euros. Esta persona, cada semana, figura renovada en las estadísticas de empleo y seguridad social, pero nadie diría que tiene un verdadero trabajo.

Tres ideas para la reflexión. Primera, el derecho del trabajo es garantista en el sentido de protección del trabajador, y tras la crisis se ha tratado de legislar favoreciendo la flexibilidad para incentivar la contratación. Sin embargo, lo mejor para el empleo no son las reformas legales, sino unas buenas relaciones laborales entre empresas y trabajadores, bien organizados y representados, como se ha comprobado en el sector del automóvil, o la forma en que se ha hecho la dificilísima y tremenda reconversión del sistema financiero. Segunda, los sindicatos y empresarios se enfrentan hoy a disrupciones en que la tecnología divide el trabajo entre unos pocos especializados y muchos que requieren escasa cualificación, y lleva a sindicatos y empresarios ante un problema nuevo, no sólo de cantidad de trabajos que se crean, sino de calidad de los mismos, y -esto es cuestión de política púbica- cómo afecta a la inclusión social de los trabajadores. Y tercera, la realidad objetiva de la empresa y del mercado no puede ignorarse, pues lo importante es qué demanda de mano de obra hay. En Alemania estamos viendo subidas salariales de hasta el 10% en 30 meses para empleados del sector público con más baja retribución, y del 4,3% en el sector del metal, bajo la presión de la escasez de mano de obra cualificada. El crecimiento de la economía importa, pero importa más cómo y en qué condiciones se crece.

Acaba de publicarse en España el librito de Luigi Ferrajoli El paradigma garantista, que aunque es una "filosofía crítica del derecho penal", recupera la aportación del gran jurista franco italiano no ya a la garantía legal en el proceso y para el acusado, tal como se entiende habitualmente, sino ala defensa del débil frente al fuerte en todos los órdenes de la vida social y privada.

Esta va desde la garantía a un vida digna para trabajadores que sufren las crisis y cambios económicos, hasta la garantía de que una mujer no ha de dar justificar por qué se encuentra en una situación en que es sometida a violencia. Esto es para ser tratado en otro lugar, pero nos recuerda cuántas cosas de fondo tenemos pendientes en nuestras sociedades, que aspiran formalmente al progreso y a la modernidad.

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