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Análisis

José Ignacio Rufino

Con Lutero hemos topado

El Círculo de Directivos de Habla Alemana denuncia los daños, mentiras y ostentaciones del independentismoEmpresarios alemanes recriminan con dureza a Torrent las mentiras del 'procés'

La amalgama independentista catalana tiene forma de tridente: burgueses conservadores, socialistas republicanos y anticapitalistas de origen anarquista rural. A priori, podría parecer que tal alianza patriótica tiene el mismo futuro que el coche de gasoil; que es una extravagancia de una comedia política. Sin embargo, por mucho que pongamos altavoces a sus disensiones y conatos de ruptura, su solidez es casi tan grande como el daño que su apuesta por subvertir el Estado español por las bravas está causando en su economía, salpicando asimismo a la común en una medida difícil de cuantificar. Se reparten los papeles con táctica y estrategia: tú y tú al talego, tú al exilio en Bruselas, vosotras os podéis rajar ante el juez, tú a Suiza a internacionalizar el problema haciéndote pasar por justo lo contrario de lo que te hacías pasar en España (la estética cuenta muchísimo en el posicionamiento de marketing: "Tú muta de antisistema a pulcra encantadora, Anna, sacrifica tu apariencia por la causa"). Internacionalizar el problema: algo que han conseguido en muy modesta medida. Porque, como tuiteaba Javier Gomá hace unas semanas, el procés ha propiciado varias cosas: además del apoyo prácticamente unánime de la comunidad internacional al España, también ha logrado unir en un asunto vital a PP y PSOE, ha recuperado un cierto orgullo nacional y constitucional de un país acomplejado con el patriotismo, ha legitimado al joven Rey, ha activado una mayoría silenciosa en Cataluña y -a ver- va a vacunarnos contra el independentismo 50 años. Obviemos el patetismo de Puigdemont en su laberinto de Waterloo y el de la Gabriel mutante en Ginebra. Vayamos al apoyo internacional a España con un episodio acaecido en Barcelona esta semana.

En un almuerzo organizado por el Círculo de Directivos de Habla Alemana con sede en Barcelona, a la estrella invitada le dijeron de todo menos bonito. A pesar de lo cual el presidente del Parlament, Roger Torrent, aguantó flemático y educado. Le echaron en cara que un presidente de un Parlamento multicolor llevara el lazo amarillo que alude a los "presos políticos", cuando según muchos asistentes no son tales: su delito es de los más graves que se puede infligir a cualquier Estado democrático, luego lo que son es políticos que están presos. Un miembro de la asociación le espetó, entre muchos aplausos y algunos pitos, que él "los mandaría a todos a la cárcel". No sabemos si se tomó dos tintos, si se considera el rey del mambo y es el enésimo triunfador que sucumbe al narcisismo. Quizá sólo sea un alemán demasiado prototípico. Pero dice lo que muchos piensan que es de pura ley. En cualquier caso, la escena es fuerte: cuando se escupe a todo un país desde el poder regional, corres el riesgo de que el viento -del norte- te devuelva el galipo a tu propio ojo.

Lo más significativo del acto fue la acusación generalizada de "mentirosos" a los adalides del procés, de haberse puesto fuera de la ley y haber causado un daño brutal casi de repente. Con ciertas dosis de vanidad y capricho dentro de la irresponsabilidad y el ansia de mayor poder de no pocos políticos. Alemania es la estrella, el ancla y el motor económico de Europa. Son los jefes, a qué negarlo. Podemos decir que esos alemanes eran "empresarios" y por tanto "fachas", y así confirmar que la demagogia se alimenta de la ignorancia. En este caso, ignorancia de qué es un empresario… alemán. La mentira política se tolera peor en entornos protestantes que en católicos (tres padrenuestros… y limpio). Es cierto, el procés vive entre mentiras: fiscales, históricas, políticas. Imagino a Torrent de vuelta de la comida de marras a los cenáculos del tridente indepe: "Amb Luter hem topat, camarades. Osti, tu".

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