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Murillo ha vuelto

Tras ciertas dudas y recelos, se ha alcanzado una evidente apuesta por el Año Murillo

Ha comenzado el Año Murillo, que siguiendo la exageración sevillana durará más de 15 meses. Es el gran aliciente para el turismo del año 2018 y parte de 2019. Los actos previstos para celebrar el IV Centenario arrancaron ayer, con el concierto de Jordi Savall en el Teatro de la Maestranza; y, principalmente, con la inauguración de la exposición Murillo y los Capuchinos de Sevilla, que ya se puede ver en el Museo de Bellas Artes. En los próximos días se incorporarán otras exposiciones importantes, como la de Murillo en la Catedral de Sevilla que será inaugurada el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada; y Murillo y su estela en Sevilla, que comienza el martes 5 de diciembre, en el Espacio Santa Clara. El arranque, que es fuerte, se convierte en gran reclamo para el puente colgante de la próxima semana.

El Año Murillo es el valor añadido que Sevilla quiere aportar a su turismo en los próximos meses. Así lo ha proclamado el alcalde, Juan Espadas, sin que olvidemos que la clausura llegará dos meses antes de las elecciones municipales. Tras ciertas dudas y recelos, se ha alcanzado una evidente apuesta por el Año Murillo. El mejor ejemplo lo tenemos en la ruta cultural y turística, cuyo comisario es Enrique Valdivieso (con garantía de calidad), que permitirá un itinerario muy completo (incluidos el Alcázar, Archivo de Indias, Palacio Arzobispal, Hospital de la Caridad, Casa de Pilatos o el Hospital de los Venerables, entre otros, así como los conventos de San Leandro y San Clemente), siempre con un trasfondo murillesco.

En 2014, Toledo consiguió un gran éxito turístico con el Año del Greco, con un impacto de 367,8 millones de euros. A priori, es cierto que Murillo no es un pintor tan comercial como El Greco, que sin entrar en detalles pictóricos se ve adornado por un cierto misterio, no exento de buen trabajo con el marketing. Por el contrario, durante muchos años, Bartolomé Esteban Murillo ha sido reducido a pintor de las Inmaculadas, por lo que es muy querido en la Sevilla religiosa, a diferencia de otros círculos. Si bien es cierto que ahora, en las biografías, ya le están buscando misterios, para que no parezca tan ñoño como se le había caricaturizado.

Por encima de esos detalles, debería servir para redescubrir a Murillo como lo que es: un pintor imprescindible, un genio. Y que vuelva su recuerdo a Sevilla para quedarse, definitivamente, como un gigante de su patrimonio artístico.

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