Hagamos un poco de historia. La tendencia descendente del euríbor comenzó en 2008, y fue hace tres años, a finales de 2014, cuando los tipos euríbor empezaron a ponerse en rojo. Primero fue el eonia o euríbor a 1 día, pero enseguida le siguieron el euríbor a una semana, a dos semanas, y así se fueron tiñendo de valores negativos los euríbor a plazos más amplios. Pero la noticia no saltó a los medios de comunicación hasta febrero de 2016, cuando alcanzó al euríbor a 12 meses, la referencia utilizada en la mayoría de las préstamos a tipo de interés variable. Ahora el euríbor es noticia de nuevo porque se ha vuelto lo suficientemente negativo como para que la posibilidad remota que existía de cobrar intereses por tener un préstamo deje de ser eventualidad para ser un hecho. Sucede ya con las hipotecas más agresivas de antes de la crisis, con diferenciales de 0,17% y 0,18%.

Así, los hipotecados han ido comprobando año tras año que las decisiones de política monetaria que se adoptaban desde el inicio de la crisis en el Banco Central Europeo (BCE) no eran algo lejano y ajeno, sino que condicionaban la evolución del euríbor, afectando directamente a sus bolsillos con ello: las cuotas se iban reduciendo de forma sustancial en cada una de las revisiones periódicas. Por ejemplo, la cuota de una hipoteca de un importe de 150.000 euros, a 20 años, contratada a euríbor+0,40% , en 2008, cuando el euríbor estaba a 5,3%, era de 1.049 euros mensuales; ahora, para esa misma hipoteca, es de 639 euros: 410 euros menos.

Pero las políticas del BCE no sólo han beneficiado a las familias hipotecadas, sino también al Estado y, principalmente, a las empresas no financieras. Según los datos del Boletín Económico de este organismo, el ahorro neto en intereses en España equivaldría aproximadamente al 4,2% del PIB (el ahorro de los hogares, un 0,8%; el de las empresas no financieras, el 3,2%; y el del Estado, el 0,2%) o, lo que es lo mismo, ha supuesto un ahorro de intereses de algo más de 45.000 millones de euros desde el tercer trimestre de 2008 hasta finales de 2016. Cifra que se incrementará en 2017, y en los próximos años, porque las medidas monetarias están a pleno rendimiento.

Dinero que no se destina a intereses y queda liberado para impulsar la actividad económica del país y el empleo. El mismo objetivo que tuvo el Plan E o Plan Zapatero: fueron más de un centenar de medidas de política económica las que se llevaron a cabo a partir de 2008 para hacer frente a la crisis. Entonces, los 16.000 millones de euros que se movilizaron los soportamos todos los contribuyentes, salieron de los presupuestos. También el BCE nos está proporcionado un plan E, pero a lo financiero: su agresiva política monetaria realmente se ha convertido en una política fiscal encubierta. La diferencia es que los 45.000 millones no han sido soportados por todos. Con sus actuaciones monetarias, el BCE está favoreciendo a algunos agentes económicos y dañando a otros: especialmente están siendo perjudicados los depositantes y ahorradores pequeños. El fin último puede justificarlo, pero ¿está legitimado el BCE para llegar tan lejos?

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