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DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

Twitter se ha convertido en un campo de minas donde detrás de cada noticia empiezan a explotar tuits con o sin nombre. Un campo donde pisar cauteloso porque, cuando menos lo esperas, te hunden en un lodo de insultos y vejaciones.

La última ha sido la ex televisiva Paula Vázquez por semejante tuit: "Tendríamos que haber quemado banderas en GALICIA a ver si así venían corriendo los Muy patriotas y Mucho patriotas". Leer esto mientras ardía Galicia hizo arder las redes. No lo busquen porque ya lo ha borrado. No es la primera vez que le ocurre. Empezó su polémica cuando publicó su número de teléfono sin querer en Twitter. Continuó criticando la portada de un periódico deportivo tras el triunfo de Mireia Belmonte en los mundiales de natación. Los llamó machistas por no tratar igual a hombres y mujeres ante un simple "Nos has dejado sin palabras".

Ciento cuarenta caracteres como balas que al disparar se revuelven como un boomerang y acaban dando de lleno en la sien. Políticos, famosos, gente de a pie, cantantes... a muchos se les han ido los dedos en un llamado calentón. El mismo calentón que altera al lector y responde sin piedad.

Entonces empiezan las denuncias, el acoso, los retuiteos y el odio campando a sus anchas. Las redes sociales cada vez son más redes y más antisociales. Los trapos sucios ya no se lavan en casa, se airean en cuatro tuits y el aire se hace huracán. Un día de estos le van a llamar a uno de esos tifones, con nombre de mujer, Paula. Pero a lo hecho, pecho. Te comes el marrón, aguantas el tirón y lees tus defectos más íntimos. Tus palabras más necias son recordadas por una tuiterteca abundante de datos.

Comprendo los errores, entiendo la defensa de los ideales, el apoyo político a un líder, las creencias más absurdas de cada cual. Pero, estimada Paula y semejantes, las tragedias humanas no entienden de veneno.

La popularidad, a veces, es una obligación para denunciar. Un deber. Aproveche usted su popularidad con moral, con respeto al dolor y, sobre todo, no haga caso a aquello tan típico de "que hablen de uno, bien o mal, pero que hablen". Los tuits pesan como cartas en la mesa.

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