Análisis

Juan Antonio Solís

A Sampaoli lo veo mejor sin gafas

Me interesa más el mensaje de todo técnico a su plantilla que a la prensa; ahí es auténtico

Hay un Sampaoli con gafas de pasta y espíritu contenido que se está vendiendo a las mil maravillas a la prensa influyente en Madrid y Barcelona. Y hay un Sampaoli sin gafas y espíritu expansivo que está diseñando un Sevilla arrollador que ya preocupa en Madrid y Barcelona.

A mí, personalmente, apenas me interesa el primer personaje. Allá él si no quiere conceder entrevistas a los medios provincianos, que somos los que nos esforzamos día a día por paliar el ninguneo capitalino y servir al aficionado sevillano, incluso al que proclama con exabruptos en las redes que, si el argentino nos margina, hace bien por la falta de respeto a su persona.

Allá él si prefiere concentrar sus energías en abonar y cultivar su imagen en los foros que pueden enterrarlo en monedas de oro. El hombre lo mismo da jabón a Sergio Ramos que inviste de superhéroe a Messi ante el policía Cristiano en un hábil guiño hacia la Ciudad Condal. Su postura es respetable y hasta lógica. Así lo debe entender el sevillista de a pie, el mismo que vio darse golpes en el pecho a Emery en la Plaza Nueva días antes de entregarse al glamour parisino. Los mensajes de los entrenadores a la prensa suelen tener la misma veracidad que un cómic de Batman, por ceñirnos al símil sampaoliano.

Ahora bien, el Sampaoli sin gafas es fascinante. Contagió al vestuario su pasión futbolística, que sí está probada de forma empírica. Y si sus discípulos atemperan su fanatismo, como ocurrió ayer en el desapacible mediodía pamplonés, su cabeza es capaz de disociarse de su desbocado corazón y dar con la tecla táctica para que vuelva a sonar la música a tiempo. Otra vez corrigió. Otra vez su Sevilla despertó y acorraló a su enemigo en el callejón hasta noquearlo justo antes de que acabara el episodio.

A mitad de la serie, Sampaoli y los suyos sonríen. A ver lo que tardan en verlos como peligrosos villanos desde los cenáculos a los que el de Casilda sí da entrevistas.

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