Después de la muerte de Víctor Láinez, por el hecho de llevar unos tirantes con la bandera de España, me reafirmo en mi postura de no colgar banderas en mis balcones, no llevar una pulsera con los colores de mi país e incluso voy a quitar de mi coche la preciosa cinta, que mide lo mismo que la Virgen del Pilar, y colorea mi parabrisas de rojo y gualda recitando "bendita y alabada sea".

No puedo hacer gala de los símbolos de un país que, cada vez en mayor medida, apoya a gente de la calaña de Rodrigo Lanza. Presunto homicida de Víctor. Espero que sea calificado de presunto asesino, porque no ha sido una muerte puntual de una persona puntual ¿Ha sido una muerte avisada? ¿Con presunta premeditación y alevosía? Palabras del propio Rodrigo: "Me voy a vengar de todo esto. No sé cómo, no sé si violentamente, no me refiero a una venganza del vengador enmascarado, pero sí de hacer algo para volver a sentirme bien y decir que he logrado algo de equilibrio". Un activista del movimiento okupa (ocupando las viviendas de los españoles), un condenado por dejar tetrapléjico a un guardia urbano (uno de nuestros guardias), un tipo que se permite actuar en un corto con el apoyo de más de uno de los que hoy están en nuestras Cortes y Ayuntamientos. Y aún tengo que escuchar en tertulias televisivas y radiofónicas que la violencia en este caso es puntual, que no politicemos la muerte de Víctor. De vergüenza, españoles.

No me voy a jugar la vida por una bandera que no me protege, por un país que acepta inmigrantes sin remilgos y los dota de beneplácitos que ni siquiera tenemos algunos españoles. Hasta hace bien poco he tenido que pagar en la Seguridad Social mientras emigrantes sin papeles ni trabajo, por el simple hecho de empadronarse, tenían acceso gratuito a todo tipo de medicina y educación pública. ¿Y una española empadronada y con papeles? Y no me llamen racista, que conseguí y firmé papeles para dos de estos emigrantes.

Aterrizando en mi ciudad, Sevilla, un Ayuntamiento que quita veladores a negocios emblemáticos de nuestra tierra pero permite top-mantas por las calles y "conciertos" bananeros junto a la Catedral.

No es buen padre el que da de comer al vecino y deja a los suyos morir de hambre.

Mi país no me cuida, ¿por qué he de cuidarlo yo a él? ¿Ha cuidado a Víctor? Pues lo tenía bien fácil, muy fácil en este caso. Era un caso resuelto y creó mil problemas teniendo la solución.

Por ello no pienso sacar una bandera que me pueda matar. Yo solo me juego la vida por los buenos, por los que lo merecen. España ya no lo merece. Esa bandera que antes salvó vidas... ahora mata.

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