Una vez que ha terminado el Pregón de José Ignacio del Rey, ¿qué pasa? Pues que todo el mundo se dedica a hablar del tiempo. Ésta es la semana de la meteorología. Capillitas y no capillitas rivalizan a ver quién sabe más. Todos se sienten como discípulos de José Antonio Maldonado y están pronosticando lo que ocurrirá hasta el Domingo de Resurrección. La Aemet, aparte del intento fallido de los 50 euros por informar a las cofradías, tiene una web en la que informa a una semana vista. Y la consultamos todos, pero algunos creen que sólo la han descubierto ellos. Y así van informando a los demás. Esta semana no se hablará de otra cosa.

El afán por descubrir el futuro se presta a consideraciones filosóficas. En lo referido al tiempo, los meteorólogos están hartos de explicar que las predicciones se van reconsiderando, según las informaciones que transmiten los satélites. Pero nuestros meteorólogos aficionados van por delante de los satélites: lo sabían desde las cabañuelas del año pasado.

Con esos pronósticos a la buenaventura se genera incertidumbre. Se han conocido casos de hoteleros de gran lujo a los que anularon reservas por el mal tiempo previsto en Semana Santa. Pronósticos que después no se cumplieron. Ahora los pronósticos de Aemet y la web eltiempo.es de Maldonado son fiables y suelen acertar en más del 80% de los pronósticos a corto plazo. Por ello, las cofradías no tienen esa necesidad de hacer como antes, cuando llegaba la hora y salían si no llovía; o se quedaban si caía un chaparrón. O al revés.

El alcalde Espadas, que tan aficionado es al turismo de congresos, podría convocar a meteorólogos norteamericanos, chinos, rusos y africanos para organizar la Semana de la Meteorología en Sevilla. Todos los años, en la semana de vísperas, 5.000 hombres y mujeres del tiempo, con cientos de taxis en el Palacio de Congresos.

Tanto si Sevilla se convierte en la capital mundial de la meteorología, como si no, esta ciudad tan aficionada al tiempo le debe una calle a José Antonio Maldonado. A pesar de que tiene web, los cofrades lo llaman para que les precise hasta la última nube, y él afina hasta donde puede, que es lo más admirable. Además de la Soledad de San Lorenzo, su hermandad, a la que acompaña, ¿cuántas cofradías se han salvado de chaparrones gracias a Maldonado? En una ciudad que mira tanto al cielo, lo mínimo que podrían hacer es reconocerlo.

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