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Análisis

Juan Ruesga Navarro

Sevilla, estación de invierno

Convertir a Sevilla en un destino preferente es por lo que varias generaciones trabajaron

Estamos en primavera. Tiempo de ferias, romerías y cruces. Son fiestas de origen popular. Unas rurales y otras urbanas que en estos tiempos de afortunado ocio, se llenan de vecinos y forasteros. En Sevilla ya parece que es fiesta todo el año, por los numerosos visitantes que recibimos para conocer nuestra ciudad y nuestra forma de vivir. No sólo por los viajeros de unas pocas horas o unos pocos días sino también por el creciente número de universitarios europeos que escogen nuestra ciudad para pasar un curso con nosotros. Doy clases en la Universidad de Sevilla en uno de los másteres más acreditados en artes escénicas de España y cada curso tenemos en las aulas a más Licenciados de Europa y América Latina.

Pero no siempre fue así. En los primeros años del siglo XX, tras los inicios de la Feria de Abril y la llegada del ferrocarril, Sevilla seguía siendo una ciudad de muchas carencias y con precarias instalaciones urbanas de todo tipo, hasta las más esenciales como el alcantarillado y el abastecimiento y distribución de agua potable a las viviendas. En el año 1900, en los Juegos Florales y Certamen Científico, Literario y Artístico celebrados por el Ateneo de Sevilla se presentaron varios trabajos que aportaban ideas para el desarrollo de Sevilla: Sevilla estación de invierno y Plan de Reformas y mejoras para la consecución de este fin de Luis Lerdo de Tejada y Sevilla, ciudad de invierno de Vicente Narbona Jiménez. Y además se redactaron en ese tiempo otros como el de Enrique Lluria Proyecto de ensanche y estación invernal e implantación de Juegos Atléticos(1901) y el de Ricardo Velázquez Bosco Proyecto de ensanche de Sevilla y estación invernal en terrenos particulares(1902). Todos estos trabajos planteaban la opción de aprovechar el clima benigno de Sevilla y atraer a más visitantes durante más meses del año. Y con un espíritu reformista de dotar a la ciudad de las mejoras de todo tipo necesarias. Es decir, promover la llegada del turismo para crear opciones de negocio tanto ocasional como permanente en Sevilla. El propio Ayuntamiento en esos años empieza a editar carteles y folletos de mano publicitarios, "con indicación de fondas y hoteles y de cuanto se estimara necesario para el conocimiento de los forasteros indicando, por último, la conveniencia de fomentar la exposición regional agrícola". Se instalan dos estaciones de ferrocarril, se mejora la navegabilidad del Guadalquivir, se ultima el Parque de María Luisa y se ponen en marcha otras instalaciones como el aeródromo de Tablada, con la primera Semana de la Aviación celebrada en 1910. Todas esas iniciativas, que perseguían que nuestra ciudad se desarrollara económicamente y se conociera en el mundo, culminaron con la Exposición Iberoamericana de 1929.

Podemos pensar que los turistas actuales son muchos o pocos. Que la ciudad es demasiado dependiente económicamente del turismo. Pero si miramos a nuestra historia reciente, no más de un siglo, convertir a Sevilla en un destino turístico preferente es por lo que varias generaciones de sevillanos han trabajado.

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