Cristina Pedroche (sí, vamos a hablar un momentito de la Pedroche) se levantó sola más un de millón de comensales de uvas el pasado 1 de enero para alegría de Antena 3, una cadena que ha cogido carrerilla frente a Telecinco, que con el recambio de audímetros se ha quedado pensando en cómo remover su modelo. El secreto de un vestido es capaz de generar seísmos momentáneos. Cristina es más comedia que credibilidad, más cuerpo que presencia. Pedroche es la linda flor de un día, de un rato. Una compañía simpática para un especial y para un papel secundario (que no quiere decir menor, sino que es un papel que arropa y también es arropado) en Zapeando. Los ojos agradecen la estampa resultona de la vallecana pero pasados unos minutos, empalaga. Debería seguir aprendiendo y tener un poco más de visión a largo plazo. Tranquilos, la juventud en estos tiempos se alarga.

En Atresmedia se empeñan en darle programas a Pedroche cuando por ahora debería limitarse a esas colaboraciones. Todos parecen tener demasiada prisa y a los sofalícolas les gusta ir a su ritmo. Lo peor son las imposiciones, como parece ser el caso. La esposa de David Muñoz insistía en El Hormiguero que ella es más inteligente de lo que parece. En realidad son declaraciones que no hacen falta. Decirlas ya es un signo.

¿Por qué no funciona Tú sí que sí en La Sexta? Porque al espectador no le seduce ver una sucesión de actuaciones más o menos extravagantes, más o menos brillantes, aunque en el jurado esté Silvia Abril. Y si es Pedroche la anfitriona, tampoco es para prolongarse.

Tú sí que sípodría subir sin la competencia de Masterchef. Se agradece que el formato descanse y nos haga descansar. En esta edición los niños llegaban aún más espabilados y 'aprendidos', por eso destacaba la sinceridad del pequeño inglés, Jefferson. Jordi Cruz se pasaba de apreciación y corrección, como si estuviera ante profesionales. Que son niños, demonios, no reclutas del soplete. A veces Masterchef se pasa de intenso. Excesivo en tono. Y en horario.