Se acuerda de la última vez que en prime time vio un programa digno para el gran público sobre la lengua y la cultura andaluza? Hemos sido tierra de nombres ilustres, pero las artes, la literatura, la investigación o la historia no tienen cabida en las privadas. Y tampoco en las públicas. Habría que rebuscar en La 2 o en Andalucía TV.

Si es por la ayuda de la televisión en horario familiar no nos deberían sorprender los datos del informe Pisa, un descalabro y una confirmación más de un régimen gubernamental apolillado.

Nuestros datos no mejoran y, ojo, para el resto de España los andaluces comenzamos a ser una rémora. Porque es lo fácil y en estos tiempos de pocos caracteres cuanto más simplista sea el análisis, más verosímil. Hemos pasado de ser los simpáticos a ser el estorbo nacional. Yo soy del Sur, claro. Lo de Cifuentes no fue un verso suelto. Los políticos catalanes y vascos, desde que Pujol gateaba y los otros memorizaban los escupitajos de Sabino Arana, con sus clasismos a cuestas, han solido ir con la cantinela de que los andaluces son flojos y maleantes. Y a nosotros nos gusta reírnos de los chistes de vagos del Carnaval de Cádiz y de Los Morancos.

Como decía Colombo, un hilo suelto basta para una evidencia. Este miércoles en Herrera en COPE una iracunda salmantina culpaba a los andaluces de ocupar las plazas de la Universidad de Salamanca porque sus notas de selectividad están infladas ("con exámenes facilísimos") mientras los pobres castellanos (aquello debe de ser Silicon Valley) tienen que labrarse su futuro en otra parte. Herrera, que ya piensa en la Semana Santa (y que sería lo único que nos interesa a los andaluces), dio la callada por respuesta. Barbaridades que no se replican. Los oyentes andaluces nos quedamos boquiabiertos. Según algunos vascos, catalanes, madrileños (y salmantinos) España empieza a romperse. Por el Sur. Donde están los que sobran, según ellos.

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