Me gusta el estilo de Juan Soto Ivars. Me gusta cómo escribe, cómo argumenta, cómo domina la palabra. Le sigo desde hace tiempo. Llegamos a compartir relación a través de las redes sociales hasta que preferí verle y escucharle directamente en los medios, en las tertulias de las televisiones y emisoras que tienen a bien contar con su colaboración.

La mañana que nos sorprendió la muerte de José María Íñigo el azar hizo que Juan Soto Ivars estuviese en la mesa doliente junto a Pepa Fernández, Nuria Ribó, Aberasturi, Carlos Santos y José Ramón Pardo. La tertulia a la que le habían citado debía ir por otros derroteros, pero ante la conmoción, la escaleta de No es un día cualquiera de RNE saltó por los aires. Juan dijo sentirse como el novio que entra en casa de la novia por vez primera justo el día en que se muere el abuelo, y siente el pudor propio de esa situación. Y se preguntó qué debía decir y hacer en esa mesa en la que los kleenex volaban de un lado a otro como palomas.

A los pocos días lo vi en el callejón de la plaza de Las Ventas, en una de las corridas del abono de San Isidro, entrevistado en riguroso directo entre toro y toro por Movistar+, que es la plataforma que ofrece íntegramente la Feria. Acababan de nombrar a Quim Torra president. Y Juan Soto Ivars trazaba una comparación entre lo que estaba sucediendo en el coso con lo que acontece en la arena política. Y se preguntaba si España es el toro y Cataluña el torero, o Cataluña el torero y España el toro. Y lo hacía con esa media sonrisa que le acompaña siempre y esa voz dulce, y era imposible permanecer ajeno a sus reflexiones. Qué bueno encontrar a personas talentosas y que los medios cuenten con ellas.