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Urticaria y alergia

Muchas pruebas de alergia y análisis de laboratorio no son útiles para la urticaria

La urticaria y el angioedema tienen un impacto devastador en la vida social, laboral y afectiva de los pacientes que la sufren. Por este motivo, la Organización Mundial de la Alergia (WAO, por sus siglas en inglés) ha elegido como eslogan para la Semana Mundial de la Alergia que acaba de celebrarse The Agony Of Hives por la angustia y la ansiedad que provocan los picores. Según el informe Alergológica, de todas las patologías vistas por el alergólogo, la urticaria es la enfermedad con mayor impacto en la calidad de vida y la que requiere más visitas a los servicios de urgencias.

En esta misma línea, una encuesta realizada por la Asociación de Afectados de Urticaria Crónica ilustra con datos los efectos negativos, físicos y emocionales de la urticaria crónica: el 73% de los afectados cancela su participación en actos sociales, más del 70% se siente limitado en sus relaciones sexuales, y uno de cada cuatro falta al trabajo casi una vez al mes.

Sin embargo la urticaria crónica no está considerada actualmente como una enfermedad alérgica. Casi nunca está causada por una sensibilización o una reacción de hipersensibilidad a alérgenos ambientales como el polen, los hongos, los ácaros del polvo o los epitelios de animales. Por tanto, las pruebas de alergia y los análisis de laboratorio normalmente empleados en estos diagnósticos no serán útiles para los casos de urticaria.

Hay que recordar que una de las alergias más comunes es la del polen, aunque para la primavera 2016 la Seaic ha informado de que esta estación será menos intensa para los alérgicos. Las gramíneas, el plátano de sombra y el olivo hacen que los más de 6 millones de alérgicos al polen de nuestro país comiencen ya a notar los síntomas, aunque será en abril, mayo y junio cuando se complique más su vida diaria. Por este motivo "las enfermedades alérgicas precisan de un manejo integral, no sólo desde el punto de vista terapéutico, sino también orientando al paciente, sobre cómo convivir mejor con su enfermedad", señala el doctor Joaquín Sastre presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic).

Las mascarillas son una buena solución para los alérgicos que viven en zonas de elevada intensidad de polen ya que evitan que éste entre en las vías respiratorias y reducen el uso de medicación de rescate. Sin embargo no todas funcionan con la misma eficacia. La inmunoterapia es el único tratamiento que puede cambiar el curso de la enfermedad alérgica.

La inmunoterapia o vacunación antialérgica debe considerarse siempre como una herramienta terapéutica de primer orden en el manejo de los pacientes alérgicos. Y es que, tal y como apunta el doctor Sastre, la inmunoterapia proporciona una disminución significativa de los costes totales en salud inducidos por la enfermedad alérgica respiratoria, reduciendo tanto los gastos indirectos, como pérdida de productividad laboral y calidad de vida del paciente o, también, como los gastos directos que no son otra cosa que los costes por actos médicos.

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