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Esta semana se celebraron dos nuevas subastas de valores del Tesoro. Da gusto ver sus resultados, esos tipos de interés tan negativos a corto y tan mínimos a largo. Proporciona alivio saber con el bajo coste con el que el Reino de España se está financiando. Pero, a la vez, producen el sentimiento de ver algo falso, artificial, impostado, que van ir desapareciendo en un breve plazo: "ya los días son más cortos y el frío empieza a calarnos". En la última comunicación del Banco Central Europeo (BCE), de 8 de junio, se retiró la coletilla "y más negativos si fuese necesario". Y en las actas de esa reunión se recogía la posibilidad de eliminar "prolongar las compras más allá de 2017 si fuera necesario". También, en el castillo de Sintra las trompetas de retirada sonaron. Ayer volvió a hablar Draghi. Winter is coming, pero como en Juego de Tronos, aún se tomará su tiempo.

De momento, como en estos últimos años, el sol seguirá calentando. En la subasta del pasado martes, el Tesoro colocó 2.981 millones de euros en letras a 3 y a 9 meses, obteniendo nuevos récords de tipos a corto plazo: -0,48% y del -0,39%, respectivamente. En la subasta de ayer jueves, colocó 4.577 millones de euros, la mayor parte a diez años, con una rentabilidad, 1,64%, algo superior a la de la última subasta; el resto, en bonos a tres y cinco años, con rendimientos, 0,02% y 0,31%, aún menores que los anteriores. La prima de riesgo se mantiene muy baja, ayer descendió hasta los 93 puntos básicos.

Las subastas sienten la magia de Draghi. De los 1,12 billones de euros de deuda del conjunto de las administraciones públicas españolas, el BCE es el dueño del 16,33%, es el principal acreedor del Reino de España. De los 221.364 millones de euros que emitió el Tesoro en 2016, el BCE arrambló con 93.514 millones. Es una mano fuerte. Y cuando en un mercado hay un comprador dispuesto a comprarlo todo, ya se sabe, suben los precios, o sea, bajan los rendimientos.

Ya han pasado ocho años desde que el BCE comenzara a actuar para paliar los efectos negativos de la crisis sobre la inflación, la actividad y la estabilidad financiera. Winter is coming se repite como un mantra desde hace meses. Sin embargo, ayer no se cambió ni una coma respecto al último comunicado. Se mantienen intactos los tipos de interés y el programa de compras como estaba previsto hasta finales de 2017. En la conferencia posterior, Draghi no quiso hablar de fechas. "Hay que ser prudente, persistente y paciente". Y es que gestiona la retirada de estímulos con delicadeza, para evitar que los mercados de deudas reaccionen excesivamente.

"Este cambio de estación que se acerca" no afecta igual a todos. "Cada pueblo tiene sus propias reglas, misticismos y liturgias". La política monetaria expansiva supone una represión financiera, e implica una transferencia del coste de la crisis a los ahorradores. Para algunos, el invierno que se acerca será cálido. En el Reino de España, por el contrario, las subastas se irán enfriando. En las condiciones actuales, cuesta poco mantener la deuda. Pero hay que ir preparándose. En septiembre, puede ser una realidad que el invierno se acerque.

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