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Hace pocos días se emitió la entrega del programa de Bertín Osborne (qué importa el título, si en su casa en la mía; es su programa y punto) en la que le visitaba Belén Rueda, tan estupenda como siempre. Como es lógico, a lo largo de la conversación salieron a relucir fragmentos de su biografía, y tablet en mano, el presentador le fue mostrando una serie de imágenes en las que tanto ella como los espectadores desde casa pudimos ver cuáles fueron sus primeros trabajos en televisión antes de dedicarse por entero a la faceta de actriz.

Es posible que se me pasara, porque confieso que no pude ver el programa del primer al último minuto, pero hubo una omisión que me molestó. Precisamente porque era ese programa, y no otro, el que me incitó a ver el encuentro entre Bertín y Belén. En marzo de 1997, Rueda regresó a TVE para presentar un concurso diario, en un horario muy competitivo, las 13.30, titulado Zip, Zap. Para que imaginen hasta qué punto se trataba de un espacio con peso y presupuesto, recuerdo que el premio que se podían llevar los ganadores en cada entrega, y que en ocasiones se llevaban, ascendía a dos millones de pesetas. Dos millones de 1997. O un pellizco importante es lo que podían lograr los participantes.

Pues bien, Bertín y Belén hablaron de Vip noche y Vip tarde, contaron anécdotas de Emilio Aragón y de José Luis Moreno, escudriñaron en el archivo de programas del canal privado. Pero salvo que yo en ese momento hubiese salido al baño, no hubo ni una mención a Zip zap, concurso basado en preguntas que partían de pequeños clips en unos instantes en los que el zapping causaba furor (el Zap, Zap, Zapping del impagable Lo + Plus había nacido en 1994, tres años antes). Pese a los 3 millones de espectadores que lo seguíamos por entonces, no hubo mención ni reconocimiento a aquel formato. Qué selectiva es la memoria de la tele.

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