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El tiempo El tiempo en Sevilla para la Madrugada

El viejo atrio dieciochesco de la Real Iglesia de San Antonio Abad en la antigua calle de Las Armas guarda leyendas, lejanas y prolijas en detalles cofradieros, de antiguos primitivos nazarenos concepcionistas que un día fueron testigos y actores de su propio tiempo en otras Madrugadas semejantes a éstas que pronto viviremos. Claustro indeleble de místicos y abstinentes frailes antoninos. Pórtico sagrado de un templo mural y austero.

Al caer la tarde de un día cualquiera de marzo, como hoy, la luz mortecina de vísperas proyectará la enjuta figura mayestática del comendador fray Ventura Barona y del administrador Juan de Medina sobre las lozas de pizarra de Tarifa en el antiguo Hospital que ellos edificaron. Compás silente de San Cayetano y Santa Rita, vetustas devociones de otras épocas, con sus exvotos colgados en las blancas paredes. Huele intensamente a cera quemada a los pies de la pequeña imagen de San Judas Tadeo. Los nuevos tiempos de la crisis. Azulejo de la Virgen del Carmen -Ave María- con su banco de frescos búcaros alineados puntualmente en la Madrugada. Y San Antonio María Claret, hermano de esta Santa Cofradía. Y la Cruz de Cerrajería como alegoría de las antiguas epidemias bajo medievales.

Nazarenos de la Virgen al fondo del patio. Las insignias y sus varas perfectamente ubicadas. La cera morada y blanca estratégicamente situada y alineada. Silencio. Ya no hay bancos de madera donde los más viejos sosegaban el cansancio de los años antes de la estación de penitencia, siempre por el camino mas corto. Piadosos fervorines de honorarios hermanos sacerdotes. La última instrucción del hermano mayor desde el balcón del archivo histórico, como guardián perpetuo de la memoria y del estilo cofradiero de los antepasados, con la llave del Sagrario al cuello. Y la voz imperante del secretario que, hoy como ayer y como siempre, llamará a cada hermano por su nombre para cumplir con las santas reglas. El rito eterno de cada Madrugada en el vetusto Atrio de San Antonio Abad. ¡Está!

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