Análisis

José Ignacio Rufino

La cerveza, a salvo: gracias

Las primeras subidas de impuestos afectan a alcohol, tabaco, bebidas azucaradas y rentas empresarialesNo son los zumitos, sino las deducciones empresariales, la parte del león

Así en tu casa como en el Estado, si tienes una robusta deuda y una economía lánguida, las opciones son tres, te pongas como te pongas: buscas más dinero, gastas menos o ambas cosas a la vez (entregar las llaves de tu casa o de tu país a tus acreedores es también una opción, la solución final). Nada más constituirse el nuevo Gobierno, el ecónomo mayor del Reino, Cristóbal Montoro, ha tirado por el lado de los ingresos, o sea los impuestos, que tienen mejor venta que los recortes, sobre todo si no se trata de subirle el precio de todo al ciudadano, vía IVA, o de quitarle más a lo que el ciudadano gana, vía IRPF. Se suben los impuestos, pero, de momento, es una vuelta de tuerca "con causa" y progresista: por nuestra salud. Los refrescos y zumitos azucarados gustan a todos, pero no son muy saludables. Tres cuartos de lo mismo pasa con el tabaco y con el alcohol. Estos tres conceptos han sido elegidos por el ministro de Hacienda para meter al déficit público en cintura. Vendrán nuevos recortes, pero de momento, y hasta las probables nuevas elecciones antes del verano próximo, Montoro ha elegido las alternativas más vendibles ante la gente: no bebas, no contamines, no fumes, come sano. En realidad, de esto se han nutrido los titulares de las noticias.

En el cuerpo de las mismas, descubrimos que la parte del león de este arreón recaudatorio -tan típico de los gobiernos entrantes- no pasa tanto por estos conceptos, sino que se va a obtener de las empresas. La eliminación de deducciones en el Impuesto de Sociedades es otra forma de ingresar más. Y esta fórmula no sólo es mejor recibida por el ciudadano medio que los mencionados IVA e IRPF, que afectan directamente a su bolsillo, sino que tiene mucha potencia recaudatoria: "Que pague ahora otro; las grandes empresas en España pagan muy pocos impuestos", según es creencia, no sin bastante razón: en porcentaje del PIB, España recauda mucho menos (2%) que la media de la Unión Europea (2,4%), y mucho menos que los países más poderosos económicamente (Alemania, Francia, Reino Unido, Países Bajos, Dinamarca, Bélgica o Luxemburgo). También recaudamos menos que la media -en IRPF e IVA, pero el Impuesto de Sociedades tiene mayor recorrido recaudatorio y menor impacto popular: se puede exprimir un poco más el limón empresarial. Los empresarios, por su parte, han protestado esta semana: "No se deben eliminar incentivos mediante deducciones del impuesto a las rentas corporativas; se deben incrementar". Los impuestos nutren al Estado, pero adelgazan la esfera privada. Si consideramos al Estado el gestor de la suma de las esferas privadas o, liberalísimos, pensamos que es el Gran Confiscador Insaciable es cosa de cada cual. Cosa ideológica, mayormente, y ya haremos plastilina con los datos para avalar nuestra creencia.

Mas la estrella de los titulares económicos ha sido el azúcar en los refrescos y gaseosas. Vivimos en un país que consume crecientes cantidades de comidas y bebidas tan gustosas como insanas: zumos dulces y venenosos, infame bollería de engorde y daño arterial, chuches en las que -apostamos- somos campeones mundiales per cápita… cápita mayormente pequeñita e infantil. Tiernos proyectos de diabéticos y obesos. Gravar tal exceso es algo muy defendible, y aceptable por el ciudadano. Que se apriete más a fumadores y bebedores también resulta socialmente inofensivo para el gobernante. Eso sí, cuando hablamos de beber, hablamos de bebida -como diría un conocido- "de chulo". Alcohol duro. La cerveza y el vino, grandes industrias empleadoras a la par que buenos sustentos para sobrevivir en este valle de lágrimas, no las toca Montoro. Un detalle, ministro.

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