Análisis

Pilar cernuda

El consuelo de los que no llevan razón

Eta y sus antenas políticas, Batasuna, Bildu..., prepararon una parafernalia en Francia para escenificar el final de la banda que no engaña a los que saben desde hace tiempo que estaba finiquitada. El espectáculo en Cambo-les-Bains tenía un objetivo muy claro: la "internacionalización del conflicto", como ellos lo llamaban. Como si en el País Vasco hubiera un conflicto y no un grupo de indeseables que sembraba el terror.

Los independentistas catalanes, que nunca tuvieron apoyo social hasta que Mas decidió tapar la corrupción pasando desde el nacionalismo democrático al secesionismo ilegal, han usado como arma fundamental el escenario internacional. Puigdemont incluso nombró un conseller de Exteriores, al que dotó de un presupuesto inconmensurable para abrir seudoembajadas que no tenían más tarea que promover el independentismo.

En honor a la verdad hay que reconocer que a los catalanes les salió bien la operación. Sus dirigentes nunca han sido recibidos en un despacho oficial de cierta relevancia, pero sí consiguieron artículos a favor en medios destacados. No es difícil cuando el dinero se reparte a manos llenas ni importa ofrecer datos falsos a quien desconoce la realidad española, hay disposición plena para viajar donde haga falta y los miembros del Govern dan prioridad a la propaganda exterior.

Este acto de Francia coincide con una reunión en Berlín de JxCat. La cosa de la internacionalización. ETA y los indepes catalanes habrán conseguido mucho eco en determinados ámbitos internacionales pero, en los que importan, no encuentran interlocutores. Porque, por mucho que presuman de que salen en los papeles y en los informativos, la gente que cuenta en el mundo no se deja engañar fácilmente. Saben distinguir perfectamente a los terroristas y a los independentistas de aquellos que aceptan las reglas de los estados democráticos.

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