De cuando en cuando tengo la suerte de hablar con Francisco Andrés Gallardo. Certero como él solo, a veces me da donde más me duele. Sucede cuando alude a la pérdida de rumbo de mi bienamada televisión pública. El otro día me sacaba a colación el coraje que le daba que a lo largo y a lo ancho de todas sus programaciones (en plural, programaciones, puesto que tiene varias parrillas por llenar) no existiese ni un solo programa dedicado al uso y el fomento de la lengua común de las Españas.

Cuánta razón. "Nuestra eñe", con el formato que queramos, con las variantes pertinentes, no debería faltar en ninguna parrilla de la televisión pública que se precie. Está el programa de la caza y pesca, el de los agricultores, el de la tauromaquia, los de las confesiones religiosas, los de las loterías, los que repasan las enfermedades, los que nos enseñan a cocinar (de esos hay mil), los que nos organizan rutas viajeras, los que nos dan consejos para la seguridad vial, los que dan parte semanal de lo que ocurre en el Parlamento y en la agenda de la realeza... Pero no existe ni un triste programa, ni una solo, que se dedique a cultivar nuestra lengua, que nos invite a jugar con el castellano, a descubrir sus recovecos.

El último espacio que se encargó de esta parcela fue Al habla, y la verdad es que lo supo hacer muy bien. Producido por TVE con la colaboración del Instituto Cervantes, su director Federico García Serrano y sus presentadores Xosé Castro y Francine Gálvez supieron crear un clima más que divertido para enseñar deleitando.

Allí mostraron su talento por última vez ante las cámaras el dúo formado por el llorado Ignacio Salas y Guillermo Summers. Hasta que un mal día, imagino yo, la persona o personas que debían firmar el convenio de colaboración entre las dos entidades dejaron sin rubricar el papel. Y hasta hoy.

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