FERIA Toros en Sevilla en directo | Cayetano, Emilio de Justo y Ginés Marín en la Maestranza

En julio de 2008 el precio del barril de petróleo Brent estuvo cerca de los 150 dólares, el más alto de la historia, pero a finales de ese mismo año, y como consecuencia de la crisis financiera internacional y de la severa contracción en la demanda, llegó a desplomarse por debajo de los 40. La caída fue del 70%, pero además se iniciaba una nueva etapa marcada por cambios trascendentales en la estructura del mercado. Los años siguientes estuvieron marcados por un aparente retorno a la normalidad, con el precio nuevamente por encima de los 100 dólares desde comienzos de 2011, donde consiguió mantenerse hasta el verano de 2014. Fue a partir de entonces cuando las transformaciones que se estaban produciendo en el sector comenzaron nuevamente a presionar a la baja sobre el precio, que a finales de ese mismo año volvía a estar por debajo de los 50 dólares, a pesar de la fuerte inestabilidad política entre algunos de los principales productores. Entre ellos, los países árabes directa o indirectamente afectados por la revolución de las clases medias, durante la denominada primavera árabe, pero también en América Latina, especialmente en Venezuela, Brasil y Bolivia. A todo esto había que añadir la revolución de los esquistos, el verdadero desencadenante de los últimos movimientos estratégicos en el mercado de la energía y principal causante de las divisiones internas en el seno de la OPEP y de su incuestionable debilitamiento internacional, y también una solvente garantía de que el precio del petróleo se mantendrá durante algún tiempo en el entorno de los 50 dólares el barril.

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), este es el nivel que puede considerarse de equilibrio a corto y medio plazo. La primera razón es que, después de tras años de exceso de oferta, podría verse superada por primera vez por la demanda (de hecho, entre enero y marzo la superó en casi 200.000 barriles).

Una segunda razón es que, aunque el crudo almacenado cayó en febrero y marzo, los almacenes siguen estando repletos (330 millones de barriles, sólo en países de la OCDE y sin contar las bodegas de los buques), de manera que si el precio comienza a aumentar, lo previsible sería un ajuste inmediato de inventarios. Por último, el inicio de una subida de los precios provocaría la presencia en el mercado del crudo procedente de los esquistos repartidos por todo el continente americano.

A la espera de que se resuelva la incógnita de la etapa Trump, lo razonable sigue siendo considerar la transición hacia un modelo basado en energías limpias, sin petróleo ni carbón. Para la economía española, cuya dependencia de combustibles fósiles es absoluta, la perspectiva de precios reducidos del petróleo es una magnífica noticia, pero todavía es mucho mejor el escenario que refleja un estudio de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura para 2050. Por entonces residirán en España 65 millones de personas, pero la mejora de la eficiencia energética y cambios en el consumo podrían llevar a un sistema exclusivamente basado en renovables. Tendrían que darse diversas condiciones, incluida alguna poco verosímil, como la reducción de la movilidad de la población.

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